Festival de Málaga: Vivienda, inmigración, vuelta al campo… y el indiscutible triunfo de “Sorda”

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Festival de Málaga: Vivienda, inmigración, vuelta al campo… y el indiscutible triunfo de “Sorda”
El equipo de la película “Sorda”, en la gala de clausura del 28.º Festival de Cine de Málaga (foto: Eloy Muñoz)

El Festival de Málaga acaba de clausurar su 28 edición. Una edición que se recordará por la brillantez de su Biznaga de Oro –que fue para la película Sorda–, la calidad de su sección oficial y la presencia de temáticas sociales; especialmente la vivienda, la inmigración y la “vuelta al campo”.

El Festival de Málaga se ha convertido en estas casi tres décadas de vida en una cita imprescindible para la industria del cine español. El certamen ha ido creciendo y, además de películas, se presentan informes, libros, cinefórums infantiles y hasta proyectos de ONG. Este año, el comentario general era que la sobredimensión del Festival puede pesar en contra… o, al menos, dificultar que público y prensa acceda a tanta programación de películas y otros eventos. Solo en la sección oficial se han presentado 43 películas, 22 de ellas a concurso. A estas habría que sumar las 8 películas de la sección de Zonazine, las ocho de Mosaico o los 41 documentales, por hablar sólo de las secciones más importantes.

“Sorda” arrasa

La buena noticia es que, en este caso, el exceso de cantidad no ha significado una menor calidad. Al contrario, ha sido una de las ediciones más notables desde el punto de vista cinematográfico, y la mejor prueba es el palmarés. La gran ganadora del Festival fue Sorda, una película que venía de ganar el premio del público en la sección Panorama del Festival de Berlín. Es la historia de la conflictiva maternidad de una joven sorda y su pareja oyente.

Según la OMS, en el mundo hay 430 millones de personas con una pérdida de audición discapacitante, así que bienvenida sea una película que abre los ojos al espectador a las dificultades de este colectivo y que visibiliza las barreras que sufren a diario. La película, dirigida por Eva Libertad, es un proverbio de sensibilidad y una muestra de cine de muchos quilates. El guión es capaz de abrir cuestiones de calado de una forma ágil y cercana, y la pareja protagonista, Miriam Garlo, hermana de la directora y sorda desde los siete años, y Álvaro Cervantes, bordan sus papeles. Sorda se llevó al final, además del premio a la mejor película, los premios del público e interpretación masculina y femenina, y se ha postulado desde ya como firme candidata a los Goya del próximo año.

Las mujeres, protagonistas

El Festival de Málaga siempre ha sido un buen escaparate para las jóvenes directoras españolas. Fue en Málaga, por ejemplo, donde se estrenaron las óperas primas de Carla Simón (Verano 1993), Pilar Palomero (Las niñas) o Alauda Ruiz de Azúa (Cinco lobitos). En esta 28 edición, trece de las veintidós películas concursantes han sido dirigidas por mujeres, y el palmarés ha reconocido a Belén Funes (mejor guión, dirección y premio especial del jurado por Los Tortuga), además de las menciones especiales del jurado a la dirección para Celia Rico (La buena letra) y Sara Fantova por Jone, Batzuetan.

Inmigración y desahucio

Además de para destacar nombres y títulos, el Festival de Málaga sirve como observatorio de tendencias temáticas. Si hace dos años muchas películas se centraron en reflejar el desconcierto vital y los problemas de identidad y de pareja con títulos como Els encantats o Una vida no tan simple, y el año pasado vimos una cierta reconstrucción del sentido de familia en películas como La casa o Los pequeños amores, en esta edición ha tenido más protagonismo el cine social. La inmigración ha sido una de las cuestiones más abordadas y la temática protagonista de títulos como Muy lejos, en la que Mario Casas interpreta a un joven catalán que viaja a Utrech en busca de trabajo, o Una quinta portuguesa, en la que se entrecruzan varias historias de personajes que tienen que emprender sus vidas lejos de sus países de origen.

Otro de los temas abordados ha sido el problema de la vivienda. La amenaza de desahucio es el detonante dramático de películas como La deudaa o Los Tortuga. También han coincidido algunos cineastas en reflejar las diferencias entre la vida urbana y esa otra vida que transita en la llamada “España vaciada”. El protagonista de La buena suerte, la última película de Gracia Querejeta, un afamado arquitecto, decide alquilar una casa en un pueblo perdido, y es en ese ambiente donde tratará de recomponer su vida. En Lo que queda de ti será también el contacto con la naturaleza lo que ayudará a una de las protagonistas a superar el duelo por la muerte de su padre.

Documentales y cine internacional

Aunque lo más reseñable se vio en la sección oficial, también hay que destacar el valor de algunas de las producciones internacionales que pudieron verse en la sección Mosaico, como la norteamericana Ghostlight, una conmovedora cinta magníficamente interpretada, o la entrañable cinta francesa Prodigiosas.

Dentro de los documentales, llamó la atención el estreno de Dolores Ibárruri: Pasionaria, un retrato de la dirigente comunista bastante hagiográfico –aunque recoge algunas sombras– y que ha sido producido por Mª Luisa Gutiérrez (La infiltrada), y Correr, crear, colaborar, un proyecto del productor Ibon Comenzana (As bestas, Blancanieves) que, convencido del poder del cine, crea películas vinculadas a proyectos sociales a fin de sensibilizar a los espectadores y conseguir financiación para diferentes ONG.

Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta

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