Sudáfrica es el país con más seropositivos del mundo, entre cinco y seis millones (el 10% de la población), y en 2011 copó la mitad de las muertes por sida. La epidemia se ceba especialmente en las mujeres, también en las más jóvenes. El ministro de Sanidad informó el pasado marzo de que el 28% de las adolescentes sudafricanas son portadoras del virus –frente al 4% de los varones de la misma edad–, entre otras cosas por los abusos cometidos por adultos que seducen a las jóvenes a cambio de dinero.
Aunque el gobierno ha fomentado la construcción de clínicas para suministrar los antirretrovirales, los centros de salud no dan abasto, ya que más de un millón y medio de personas reciben tratamiento, por enfermedad o por prevención. Para paliar el problema últimamente se han aprobado dos importantes iniciativas.
Por un lado, el pasado 8 de marzo el gobierno anunció que los centros de salud empezarán a suministrar el tratamiento “tres en uno”, fruto de un acuerdo del Estado con algunos laboratorios para reducir el número de pastillas a una, en vez de las tres actuales.
Los clubes de tratamiento permiten un seguimiento más personalizado de cada caso y que los enfermos se ayuden
Por otro, el gobierno de la provincia de Cabo Occidental ha aprobado extender a todo su territorio el proyecto de los “clubes de tratamiento”, una medida impulsada originariamente por Médicos Sin Fronteras para trasladar la atención de los pacientes de las abarrotadas clínicas a centros locales, dirigidos por personal no clínico pero formado previamente en el seguimiento de personas con sida.
Uno de los grandes beneficios del modelo es que permite un seguimiento más personalizado de cada caso, pues los grupos suelen tener entre 15 y 30 miembros. No solo supervisa el cuidador al cargo, sino que la sensación de grupo promueve que los enfermos se ayuden unos a otros.
Más continuidad y menos recaídas
El experimento piloto –cuyas conclusiones han sido publicadas en este estudio– se realizó en Khayelitsha, una enorme barriada de Ciudad del Cabo con una población de 400.000 personas, y en donde solo hay tres clínicas. Se ofreció a algunos pacientes de la clínica Ubuntu, la más grande de las tres, recibir el tratamiento durante cinco años en los clubes en vez de en la clínica.
La descentralización del tratamiento y su supervisión por parte de personal no clínico, es compatible con la calidad del servicio
De la comparación entre los que decidieron hacerlo y los que se trataron en la clínica, todos ellos enfermos estabilizados y con una carga viral controlada, se desprenden algunas ventajas para los del primer grupo. En primer lugar, solo un 3% de estos abandonó el tratamiento durante el periodo de control, por un 15% de los tratados en la clínica. En parte, esto puede deberse a que los clubes locales permiten a los pacientes ahorrarse las largas colas que se producen en los centros de salud.
Otros beneficios de los clubes de tratamiento son estrictamente médicos: hubo menos casos (en proporción) de incremento de la carga vírica, que es el método tradicional en que se evalúa el desarrollo de la enfermedad; también se produjeron menos muertes o casos de pérdida de contacto con el paciente (bien por que haya muerto o porque haya abandonado el tratamiento, sin que se pueda documentar ninguna de las dos situaciones).