La tentación de publicar sólo ensayos clínicos positivos y de esconder los negativos, como indica un reciente análisis de la Biblioteca Cochrane, supone un despilfarro de recursos y un perjuicio para los avances sanitarios.
En la historia de la medicina se considera al médico escocés James Lind (1716-1794) como el pionero de los ensayos clínicos. Inquieto por los estragos del escorbuto en la marinería, que se atribuía a la mala dieta, al agua sucia, al trabajo duro y a las condiciones insalubres de la vida a bordo, en un viaje en el Salisbury, en 1747, se le ocurrió dividir a 12 marineros enfermos en seis parejas y a cada una de ellas le suministró un suplemento diferente en su dieta: sidra, elixir vitriólico (ácido sulfúrico diluido), vina…
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