Los años de la crisis económica han afectado a todos, pero no a todos por igual. Los análisis coinciden en que la desigualdad ha aumentado. Sin embargo, un colectivo tradicionalmente débil, el de los pensionistas, ha salido mejor parado en comparación con los jóvenes.
Un reciente informe de la OCDE sobre desigualdad (In it together: Why less inequality benefits all) permite cotejar, con datos de 2013, la tasa de pobreza de los distintos grupos de edad en cada país (cfr. Aceprensa, 26-05-2015). En conjunto, los adultos (26 a 65 años) sufren menos la pobreza, seguidos por los mayores de 65 años, los menores de edad y los jóvenes (18-25). En 23 de 34 países analizados, la tasa de pobreza es inferior entre las personas por encima de la edad típica de jubilación que entre los jóvenes. En países como Grecia, España y Francia, los jóvenes atraviesan especiales dificultades.
En el Reino Unido ahora es mucho más frecuente que los jubilados disfruten de una pensión privada además de la pública
Grecia (Aceprensa, 25/06/2015) y España son dos de los pocos países que en la base de datos Eurostat ya cuentan con datos referidos a 2014. En ambos se aprecia una ventaja de los jubilados, con una tasa de pobreza relativa muy inferior a la de las personas de 18 a 24 años: 11% por 30% en España; 15% por 33% en Grecia. También coinciden en la evolución de uno y otro grupo durante la crisis: mientras que la proporción de jubilados con unos ingresos inferiores al 60% de los ingresos medios ha bajado 15 y 7 puntos respectivamente, el de los jóvenes ha aumentado 9 y 10 puntos.
En cambio, hay cuatro países de la OCDE donde ocurre exactamente lo contrario: Australia, Corea del Sur, México y Suiza. En todos ellos, hay más proporción de pobres entre los mayores de 65 años que entre el resto de la población (una diferencia de 15 a 35 puntos).
Vivir más y mejor
La calidad de vida de los mayores ha mejorado sensiblemente en las últimas décadas, y la crisis no ha hecho más que fortalecer su posición con respecto al resto de la población. Entre 2007 y 2010, la tasa de pobreza bajó 2,5 puntos entre los de 66 años y más, mientras que aumentó dos puntos entre los jóvenes. Lo mismo se observa cuando se compara a los jubilados con los adultos: la bajada general de los salarios durante la recesión contrasta con el incremento o la congelación de las pensiones.
Que los mayores vivan mejor es, en sí mismo, un hecho positivo. Pero económicamente puede ser un problema en sociedades envejecidas donde nacen pocos niños y la esperanza de vida aumenta. Desde 1970, el periodo medio de retiro (desde la jubilación hasta la muerte) ha aumentado en ocho años tanto para hombres como para mujeres, situándose en 18 y 22,5 respectivamente. Según las estimaciones de la OCDE, la proporción de personas en edad de trabajar por cada jubilado, que era de 4,2 en 2012, bajará hasta 2,1 en 2050. Japón y Corea del Sur (1,3) serán los países con la ratio más baja, seguidos por España (1,4), Alemania (1,5) e Italia (1,5).
Jubilaciones con candado
En Inglaterra la tasa de pobreza entre personas mayores de 65 años es ligeramente superior a la de la OCDE para ese mismo segmento de población, y está por encima de la de los jóvenes y los adultos. Sin embargo, cuando se tienen en cuenta los beneficios sociales y lo que dejan de gastar en vivienda (el porcentaje de mayores con casa propia y pagada es mucho mayor que entre las personas en edad de trabajar), la situación se iguala o incluso se inclina hacia los jubilados.
Mientras aumenta el periodo medio de retiro, disminuye el número de trabajadores que han de financiar las pensiones
Según explica The Telegraph, el perfil de los actuales pensionistas británicos ya no es el de los años 60, cuando la mitad vivía bajo el umbral de la pobreza. Actualmente, solo está en esta situación el 25%. Hay varias razones parala mejoría. Por un lado, ahora es mucho más frecuente que los jubilados disfruten de una pensión privada además de la pública. En 1970, estos pagos solo suponían un 7% de sus ingresos totales; ahora representan una de cada tres libras. En los últimos años (2008 a 2012) la cuantía media por pensionista en los planes privados ha aumentado un 22%.
La pensión estatal, que sigue siendo (aunque por poco) el principal ingrediente en los ingresos de los jubilados británicos, se ha duplicado desde finales de los 70 (ya ajustado a la inflación) y un 5% en los últimos años. Además, los grandes partidos se han comprometido a mantener el método con que cada año se calcula el importe de las pensiones, y que impide que pierdan valor. Según la fórmula del “triple suelo”, cada año suben según el valor más alto de entre tres posibles: un 2,5%, lo que haya aumentado el IPC o el incremento del sueldo medio. A largo plazo, esto hace que la diferencia con cada uno de estos dos últimos factores (que son un indicador bastante fiable del estado de la economía nacional) pueda ser importante.
Tanto en el Reino Unido como en otros países europeos, los mayores de 65 son un segmento cada vez más numeroso de la población, y no es extraño que los gobiernos se cuiden mucho de no irritarlo.
Menos impuestos y más prestaciones públicas
La subida de las pensiones desde 2010 se ha visto compensada por una bajada en prestaciones sociales. No obstante, esta ha sido menor que la padecida por el resto de la población en estos años de recortes. Un análisis en The Economist trata de medir cómo han afectado a cada segmento de la población las medidas económicas aplicadas entre 2010 y 2015. El colectivo mejor parado ha sido el de las personas solteras y con trabajo, pero después vienen los pensionistas, sobre todo los que viven en pareja.
Los hogares con un pensionista como principal fuente de ingresos son ya más de un 30% del total, casi tantos como los de parejas con hijos. Sin embargo, la suerte de unos y otros durante la crisis ha sido muy distinta. Los primeros son los únicos que no han visto reducirse sus beneficios sociales (que han sufrido la tijera para todos los demás), y aunque la rebaja en impuestos directos no les ha beneficiado tanto como a otros – e incluso así siguen pagando un menor porcentaje de sus ingresos que los trabajadores–, el saldo global es mucho mejor que el de los demás:23 libras de pérdidas por 500 libras en el hogar medio. Las familias con hijos se han llevado la peor parte: más de 700 libras perdidas.
La tasa de pobreza es mayor entre los jóvenes que entre las personas por encima de la edad típica de jubilación
Teniendo en cuenta, además, que el salario medio anual bajó 5.000 libras desde el inicio de la crisis hasta 2011, y solo en los últimos años ha remontado tímidamente, se puede decir que los jubilados británicos han sufrido los efectos de la recesión en menor medida que los demás.
Los jóvenes, en cambio, han visto cómo su situación empeoraba claramente en este periodo. Aunque su tasa de pobreza aún es menor que entre los mayores de 65 años, la diferencia se ha ido reduciendo. Además, el paro juvenil sigue alto (un 14%), y todavía no se nota la recuperación que sí se percibe en otros grupos de edad. Las consecuencias no se limitan a dejar de ganar un sueldo ahora: varios informes señalan que el desempleo a edad temprana deja una cicatriz en toda la carrera profesional que se traduce en salarios más bajos y más inestabilidad laboral. Por si fuera poco, el gobierno británico ha reducido algunas prestaciones dirigidas a los jóvenes adultos, como las ayudas a la vivienda y la paga por hijo.
Nueva clase media
En los años de crisis económica la desigualdad ha crecido en el conjunto de la OCDE, y especialmente en algunos países como Estados Unidos. Allí, los colectivos más desaventajados han perdido mucho poder adquisitivo en estos años. Entre ellos solían estar los jubilados y los jóvenes de familias pobres, pero el panorama está cambiando para los primeros. A pesar de que la tasa de pobreza entre los mayores de 65 años sigue siendo alta si solo se consideran los ingresos por pensiones, las prestaciones sociales mejoran sensiblemente su situación. Además, muchos más continúan trabajando (uno de cada tres), y entre ellos cada vez más mujeres.
Al igual que en Gran Bretaña, ya no se trata de un colectivo mayoritariamente condenado a la pobreza. De hecho, esta irrupción de los jubilados en la clase media está contribuyendo a enmascarar una desigualdad social que sin ellos sería aún más profunda.