En el contexto de las sociedades actuales, individualistas y con estructuras familiares débiles, se piensa que los hijos tienden casi de forma inexorable a separarse de la fe religiosa en la que fueron educados por sus padres. Sin embargo, Vern Bengston explica en un libro publicado recientemente que el principal medio de transmisión de las creencias religiosas es la familia y que su influencia persiste pese a los cambios sociales.
La investigación de Vern Bengston comenzó en 1970 y ha tenido en cuenta cuatro generaciones familiares de Estados Unidos, con más de 3.500 personas en total. La principal conclusión a la que ha llegado en Family and Faith. How Religion is Passed Down across Generations (Oxford University Press) es que, a pesar de factores sociales en principio desfavorables (aumento de familias monoparentales, de nacimientos extramatrimoniales, etc.), no hay diferencias sustanciales entre esas cuatro generaciones en lo que se refiere a la continuidad religiosa: como ocurría en la década de los setenta, también hoy la mayoría de los jóvenes conservan la fe de sus progenitores.
Los abuelos han cobrado mucha importancia en la transmisión de la fe
Bengston habla de la sorprendente “resistencia de la religión” en un entorno hostil y plural desde un punto de vista religioso. En una entrevista ha explicado, sin embargo, que pese a compartir la misma adscripción religiosa que sus padres, los jóvenes practican menos que ellos. Además subraya que también los padres ateos o sin convicciones religiosas transmiten esas ideas a sus hijos, quienes generalmente las mantienen de mayores. Se calcula que hoy día el 30% de los norteamericanos de 18 a 40 años no pertenecen a ninguna confesión.
Dos factores importantes
Pero ¿por qué unas familias tienen éxito al transmitir su fe y otras no? Atendiendo a los datos, hay dos factores importantes que explican esas diferencias. En primer lugar, el ejemplo, la coherencia de vida y la práctica religiosa. “Si los padres no son coherentes –señala Bengston–, los hijos no tienen un modelo religioso que imitar. En otras palabras, no es suficiente con mandar a los niños a la iglesia, ¡hay que ir con ellos!”.
En segundo término, resulta fundamental la relación entre padres e hijos. En este sentido, el estudio revela que los padres con más éxito en la educación religiosa de sus hijos eran con ellos cariñosos, acogedores y comprensivos. “Una y otra vez vimos que una fe ferviente no puede sustituir a un padre distante e inflexible. Ser un modelo es irrelevante si el niño no siente que el ejemplo de su padre es digno de ser seguido”, explica Bengston, subrayando los malos resultados de la intolerancia y el rigorismo exagerado.
En el libro también se estudian algunos fenómenos que pueden afectar de una manera negativa a la transmisión de la fe religiosa en el seno familiar, como el divorcio o la separación.
Las familias que mejor inculcan la fe a los hijos son aquellas en que los padres muestran coherencia entre lo que creen y lo que viven
Los abuelos, un pilar fundamental
Gracias a la duración de su estudio, Bengston ha podido también analizar la continuidad de la fe entre generaciones y subraya que puede confirmarse que va en aumento. En el momento de presentar los datos, cerca de 4 de cada 10 nietos se mantenían en la misma tradición religiosa que sus abuelos. Incluso se estudia el fenómeno de la “generación excluida”, es decir, la posibilidad de que los nietos prefieran mantenerse en la tradición religiosa de sus abuelos y no en la de sus padres.
Esto se debe, principalmente, a la importancia que han cobrado los abuelos en la educación de las generaciones más jóvenes, cuyos padres trabajan. Al mismo tiempo, se cree que el contexto familiar –tanto el próximo de los padres como el más lejano de los abuelos– no ha perdido su peso en la transmisión de la fe religiosa, debido sobre todo al aumento de la esperanza de vida en el caso de los abuelos y a que los jóvenes han retrasado su emancipación del hogar paterno.