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El feminismo ha tenido una gran expansión a lo largo de la historia. Desde las minoritarias campañas sufragistas, hasta su aceptación prácticamente universal hoy en día. Sin embargo, en la evolución reciente del movimiento este éxito se ha visto ensombrecido por nuevos problemas.
María Calvo, jurista, profesora universitaria y experta en temas relacionados con familia, sexualidad y educación, explicó en una charla para los alumnos de la Universidad Villanueva, cómo ha evolucionado el feminismo y los retos que enfrenta en la actualidad.
Calvo sostiene que para hablar de feminismo primero hay que entender lo que es: “Un movimiento de hombres y mujeres a favor de la igualdad de la mujer en sus derechos y deberes”.
Como punto de partida, la experta detecta las raíces del movimiento en el libro del Génesis: “Desde los inicios de la humanidad, cuando Dios crea a Adán y Eva, y a ambos les encarga poblar el mundo y dominar la tierra, ya estaba presente el feminismo”.
Si avanzamos un poco en la historia, en 1791, después de la Revolución Francesa, se aprobó la “Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano” sin tener en cuenta a las mujeres revolucionarias que se dejaron la vida luchando codo con codo con los hombres. Por esta razón, muchas exigieron los mismos derechos y deberes que ellos, o por lo menos el reconocimiento como ciudadanas. Sin embargo, “la inmensa mayoría de mujeres que pidieron esta igualdad fueron guillotinadas, como Olympe de Gauge”, señala la jurista. Al año siguiente, Mary Wollstonecraft redactó una reivindicación de los derechos de la mujer en Reino Unido, que se puede considerar como la “primera declaración de los derechos feministas”.
En España, también tuvimos grandes representantes feministas, desde la lucha por el voto femenino impulsada por Clara Campoamor, hasta la defensa de la igualdad de educación para las niñas de Emilia Pardo Bazán. Hasta aquí, estamos hablando de un feminismo de “equidad”, en el que la mujer lo que quiere es la igualdad en derechos y deberes con el hombre, sin renunciar a su propia feminidad.
Según explicó Calvo, este feminismo se fue “desvirtuando poco a poco”, convirtiéndose en un “feminismo funcional”, en el que la mujer, una vez alcanzados ciertos derechos y deberes en el ámbito público, empieza a pedir una igualdad en el ámbito íntimo y reproductivo. Esto comienza en los años 40, con la gran representante de este movimiento feminista que es Simone de Beauvoir y su famosa frase: “Mujer no naces, te haces”, que tuvo gran influencia en la ideología de género. La Revolución del 68, trae consigo una forma de entender esta igualdad que conlleva la expansión del aborto y la anticoncepción.
“El feminismo funcional estuvo legitimado por la sensación de opresión que tenía la mujer en los años 50”, afirma Calvo. Betty Friedan, periodista y psicóloga, sostiene en su libro La mística de la feminidad, que la mujer de los años 50 estaba sometida a un patrón en el que tiene que encajar para ser aceptada socialmente. Ese patrón es el de la “mujer ama de casa perfecta”, una madre que se dedica al hogar y al cuidado de los hijos sin una vida pública o política paralela. Bajo esta premisa, Friedan muestra con estadísticas y estudios que estas mujeres sufrían lo que se denomina la “tristeza del ama de casa perfecta”. Esto es un “sentimiento de desfragmentación”, especialmente cuando se van los hijos del hogar, porque la mujer no ha desarrollado más que su parte materna.
Hoy en día pasa todo lo contrario, “hemos pasado de querer ser una madre y ama de casa perfecta a querer ser una mujer de éxito perfecta”, expone Calvo. Una consecuencia –señala la ponente– es que no se ha hallado el equilibrio, porque el feminismo actual tiende a rechazar la huella psicológico-materna que tiene la mujer. Considerar esa huella como un obstáculo o debilidad hace que la parte erótica se desarrolle de forma desproporcionada. “Pensamos que somos libres y, sin embargo, estamos sometidas a un patrón en el que tenemos que encajar, que es el de la mujer de éxito perfecta”, manifiesta la experta.
“La idea de que el vínculo con el hombre es opresivo y el tener hijos nos amputa los placeres de la vida, es terriblemente destructivo para la mujer”, advierte Calvo. Este feminismo radical genera una separación con el género masculino, extendiendo la soledad entre las mujeres jóvenes.
Si antes la mujer experimentaba la tristeza del ama de casa perfecta, ahora los psiquiatras hablan de la “tristeza de la mujer de éxito perfecta”. Esto es, según expone Calvo, una mujer muy desarrollada en lo profesional, pero que en lo personal se encuentra vacía porque ha renunciado a la parte materna, que no se reduce necesariamente a tener hijos, y que le permite el equilibrio.
“Lo que necesitamos es caminar hacia la libertad de ser nosotras mismas”, asegura Calvo. “Porque si bien creemos que somos más libres que nunca, ahora es cuando –tanto hombres como mujeres– estamos más atados a estereotipos”, subraya la docente. Como solución, hace un llamamiento a “abrazar nuestra imperfección y dejar atrás el querer hacer todo muy bien para demostrar que podemos”. También destaca la importancia de hacer un balance personal de lo que queremos en la vida y que “nos dejen ser lo que queremos ser”, olvidando la perfección en cualquier extremo, y apostando por una nueva mística, la “mística de la libertad”.
Noemi Vega Romero
2º de Periodismo, Universidad Villanueva
Un comentario
Muy buen resumen Noemi de la clase de María Calvo.