Marnie tiene 13 años y padece una extraña y agresiva distrofia muscular. El cariño incondicional de su familia y los cuidados de los médicos no parecen suficientes, y el hospital plantea retirar el respirador a la joven paciente ante la falta perdurable de una respuesta positiva de su cuerpo.
Con la producción de la BBC, el director Michael Keillor (Roadkill, Chimerica, Cormoran Strike) y el guionista Jack Thorne (Wonder, Enola Holmes, El jardín secreto) superan a sus anteriores trabajos con una miniserie que destaca en la galería de personajes. Además del cuarteto de actores que componen el núcleo familiar (excelentes Michael Sheen y Sharon Horgan), esta miniserie es ejemplar en la interpretación y el desarrollo de guion de los personajes secundarios. Todos ellos reflejan de manera diferente una realidad tan compleja como es la aceptación del dolor de un hijo menor, y así permiten que a lo largo de la historia los personajes principales se conozcan en profundidad a ellos mismos. En este acercamiento dramático, el espectador recibe una multiplicidad de enfoques que resulta liberadora y necesaria.
La serie consigue equilibrar la intensidad emocional de la trama con guiños de humor y complicidad, con acertadas elipsis en la descripción de algunos detalles terribles de la enfermedad. Así puede plantear un conflicto moral desde una cierta distancia que hace que la serie sea perfecta para generar debate desde múltiples puntos de vista: familiar, científico, mediático y jurídico-político.
Por estos motivos, Querida Marnie es uno de los títulos más valiosos del cine y la televisión reciente al afrontar los cuidados paliativos y la eutanasia desde una perspectiva honda y matizada, con una esperanza y vitalismo encarnado en personajes veraces y cercanos.
