En 2023, Gilles Marchand (Burdeos, 1976) ganó con esta novela el Prix des Libraires, un galardón concedido por los profesionales del gremio a autores francófonos. En esta ocasión el jurado se inclinó por una historia de gran emotividad y realismo ambientada en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial.
El narrador, cuyo nombre desconocemos, fue combatiente durante los cuatro largos años que duró la contienda, a pesar de haber sido herido en 1914 en la batalla de Marne, donde perdió una mano. Ahora, restablecida la paz, se dedica a la investigación privada para localizar soldados desaparecidos; pero, sobre todo, para poder rehabilitar a los acusados de deserción, algo que no es baladí cuando está en juego no solo el honor, sino también la pensión a sus viudas.
Una de estas mujeres es quien le pone en contacto con la señora Jeanne Joplain, una rica burguesa que tiene el firme convencimiento de que su hijo Émile sigue vivo. Las últimas noticias que tiene de él datan de 1916, cuando estaba destinado en Verdún, un auténtico matadero de hombres jóvenes del que el propio investigador fue testigo.
A pesar de que éste considera la búsqueda como algo inútil, ante la insistencia de la mujer, acepta el caso. Pronto descubre que ésta oculta obstinadamente que su hijo estaba enamorado desde los catorce años de Lucie, una muchacha alsaciana de su misma edad, sirvienta en casa de unos familiares donde los dos jóvenes se conocieron. Lejos de ser un dato sin importancia, esto se revelará como la pieza clave para descubrir qué es lo que pudo pasar con el joven soldado de Verdún.
Marchand, a pesar de no ocultar los horrores de una guerra que diezmó sin piedad una generación de jóvenes, se inclina por afirmar que, finalmente, al amor no se lo puede matar. A partir de esta idea, el autor escribe una historia hermosa, en ocasiones épica, bien narrada, con imágenes poéticas y a la vez trágicas, mientras el protagonista/narrador afronta sus propios miedos, reprobaciones, angustias y pérdidas.