Un tsunami inunda el mundo y solo un gato negro, asustado y desamparado, consigue mantenerse a flote en un pequeño bote… Así empieza Flow, una fábula visual que ya se ha ganado a la crítica y al público. Con un presupuesto de apenas 4 millones de dólares, no solo ha obtenido el Globo de Oro a la mejor película animada, sino que se presenta como una firme candidata a los Oscar 2025, incluso por delante de Inside Out 2 o Robot Salvaje.
La trama nos sumerge en un mundo desolado en el que la humanidad parece haber desaparecido por completo. En este escenario, el gato protagonista se aferra a la vida en una pequeña barca, acompañado de unos animales muy peculiares, a cuál más distinto: una tranquila capibara, un perro labrador juguetón, un pájaro secretario pensador y un lémur curiosón.
Detrás de esta aparente sencillez, Gints Zilbalodis y Matiss Kaza –director el primero y guionistas ambos– crean un universo lleno de matices, donde cada personaje destaca con una personalidad única. Sin un momento de diálogo –al estilo de la película de Pablo Berger, Robot Dreams–, Flow usa un lenguaje universal. A través de auténtica poesía visual –marcada por ese uso de la “cámara subjetiva”, como si fuera un personaje más–, invita a reflexionar sobre grandes cuestiones como la amistad, la solidaridad, el amor y el respeto a la naturaleza.
Así, por ejemplo, los reflejos –muy presentes a lo largo del filme– no son sólo un recurso estético, sino también una metáfora que cuestiona el comportamiento individualista imperante en la sociedad actual.
La animación, de trazos simples y, a veces, apenas bosquejados, es modesta. Esta sencillez, no obstante, otorga mucha fuerza a la película, porque, más allá de los grandes medios tecnológicos, Zilbalodis sabe que lo que importa es la perfección de una buena historia muy bien contada, que conecte con el corazón. Especialmente conmovedor es un pasaje que protagoniza el pájaro secretario y que rinde un claro homenaje a Miyazaki.
En definitiva, Flow. Un mundo que salvar es un viaje emocional desafiante, no apto para quien sólo busque entretenimiento. Un filme que invita a reflexionar sobre cómo vivimos y recuerda que, a veces, la simplicidad es la mejor manera de explicar las grandes verdades.
Jaume Figa Vaello
@jaumefv