Este hermoso documental francés de 79 minutos se presentó en el último Festival de Venecia. Su director usa declaraciones de Hayao Miyazaki para hilar un relato ameno y sugerente, con imágenes del creador trabajando. Es especialmente valiosa la secuencia en la que se le ve dibujando el plano que dio origen a la película Ponyo en el acantilado (2008).
Junto a pequeños cortes de sus películas se insertan comentarios de Toshio Suzuki, el director general del Studio Ghibli, que lleva décadas trabajando con Miyazaki y le conoce muy bien. Interviene Gorô Miyazaki, hijo del director, que como arquitecto diseñó el Museo Ghibli y como director de cine animado ha hecho varias películas no especialmente brillantes.
Miyazaki es hombre de principios y su visión del mundo y de la sociedad se expresa en sus películas de un modo amable, pero contundente. No hay escapismo en sus relatos, todo nace de un pensamiento muy madurado sobre la realidad: la relación no siempre respetuosa entre el ser humano y la naturaleza, la fascinación por la tecnología y especialmente por los aviones, un decidido antimilitarismo, el aprecio por el honor y la lealtad, el reproche al consumismo desenfrenado, la visión profunda y respetuosa del genio femenino, la familia como lugar donde se cuida a los más débiles y un romanticismo sano y entrañable.