(Actualizado el 12-11-2024)
Montevideo.— Luego de una campaña más templada que en otras oportunidades, sin grandes controversias y con candidatos que no reflejaban un real liderazgo dentro de sus propios partidos, Uruguay votó este domingo 27 en la primera vuelta de las elecciones presidenciales para el período 2025-2030 camino a un balotaje, como preveían la mayoría de las encuestadoras y analistas.
Lo que no estaba en carpeta, en especial dentro del opositor izquierdista Frente Amplio, es haber obtenido entre tres y cuatro puntos menos de lo esperado, lo que le genera una situación incómoda de cara a la segunda vuelta electoral. En cambio, el oficialista centroderechista Partido Nacional respira aliviado al haber rescatado al menos dos puntos más respecto a las encuestas previas. Además, confía en recibir el apoyo del resto de los partidos políticos.
De acuerdo a cifras de la Corte Electoral, el opositor Yamandú Orsi (Frente Amplio) alcanzó el 44% de los votos, en tanto Álvaro Delgado, abanderado del presidente Luis Lacalle Pou, conquistó el 27% de los sufragios. Más atrás, en representación del Partido Colorado, que otrora dominó el espectro político, apareció Andrés Ojeda con el 16%.
De este modo, como ninguno de los 11 aspirantes superó el 50% de los votos, el 24 de noviembre se desarrollará una segunda vuelta entre los dos más votados. Tampoco habrá mayoría en la Cámara de Representantes para ningún partido, pero el Frente Amplio la tiene en la de Senadores (16 de 30).
Junto con las elecciones nacionales se celebró un plebiscito para decidir sobre una reforma de la seguridad social impulsada por el PIT-CNT, la central sindical del país. La reforma planteaba tres cambios, especialmente: establecer en 60 años la edad mínima para jubilarse después de 30 años de aportes; garantizar que ninguna jubilación o pensión sea inferior al Salario Mínimo Nacional, con el fin de mejorar la protección económica de los jubilados; y eliminación de las AFAP, las Administradoras de Fondos de Ahorro Previsional, para permitir que la gestión de las jubilaciones sea exclusivamente estatal. Esta propuesta responde a una reforma previa del gobierno, aprobada en 2023, que aumentó de forma progresiva la edad de jubilación hasta 65 años para personas nacidas a partir de 1977. Esta medida se justificó por la necesidad de asegurar la sostenibilidad del sistema ante el envejecimiento de la población y la menor natalidad.
Los electores debieron pronunciarse también sobre un segundo plebiscito, que pretendía autorizar los registros policiales de domicilios durante la noche, prohibidos en la Constitución. Ninguno de los dos llegó a los sufragios (al menos el 50%) necesarios para su aprobación.
El programa de la izquierda
Ambos candidatos presentan distintas visiones diferentes sobre el futuro político y económico del país. Orsi, de 57 años, representa al Frente Amplio, partido que gobernó los 15 años previos a Lacalle Pou, con dos presidencias del difunto Tabaré Vázquez (2000-2005 y 2010-2015), intercalada con la de José Mujica (2005-2010).
Fuerte en la capital Montevideo, cuyo municipio administra desde hace más de tres décadas, y en la zona metropolitana, el conglomerado de izquierda, que reúne a comunistas, socialistas y exguerrilleros del MPP (tupamaros), entre otros, ha propulsado ideas mayormente relacionadas con la izquierda, como las leyes que promueven el aborto o el matrimonio homosexual que, no obstante, el actual gobierno no buscó derogar.
De acuerdo al programa del Frente Amplio, Orsi busca revitalizar la política social en Uruguay con un enfoque en vivienda, educación y servicios públicos. Propone un plan de acceso a la primera vivienda para familias de clase media y mayor agilidad en los procesos de las cooperativas habitacionales.
Orsi intenta posicionarse como una alternativa más inclusiva, criticando lo que considera políticas que han priorizado la estabilidad económica en detrimento de las necesidades sociales
A su vez, su plataforma incluye la creación de residencias estudiantiles para facilitar el acceso a la universidad a jóvenes de distintas regiones y el impulso de viviendas colectivas para adultos mayores. Esta agenda refleja una inclinación hacia la inversión estatal y el fortalecimiento de los programas sociales.
El candidato de la continuidad
De su lado, Delgado, de 55 años, representa la continuidad de la coalición de gobierno liderada por el presidente Lacalle Pou –que tiene una aprobación popular de alrededor del 50%–, buscando consolidar lo que se ha denominado como la “coalición republicana”. El Partido Nacional, de centroderecha, busca retener el gobierno, algo que no consigue desde hace 60 años. Y en todo ese período, sólo ha gobernado en la actual administración y en la del padre de Lacalle Pou, Luis Alberto Lacalle Herrera (1990-1995).
Las propuestas de Delgado se centran en mantener la estabilidad económica y promover reformas orientadas a la seguridad pública y el mercado laboral. Según el Banco Mundial, se espera que el PIB de Uruguay crezca durante 2024 por encima del promedio de la región, hasta un 3,2%, y que hacia 2025 y 2026 haya una desaceleración, con un crecimiento de 2,6%. En tanto, la actual tasa de desempleo se ubica en torno al 8%.
La campaña del abanderado nacionalista ha hecho hincapié en que esta coalición –que ha sumado a componentes de otros partidos centroderechistas o derechistas– ha logrado estabilidad y gobernabilidad, lo que, según el candidato, garantiza un crecimiento ordenado y con previsibilidad para los inversores.
Por tanto, este balotaje no sólo decidirá quién gobernará el país, sino también si Uruguay continuará bajo la lógica de la llamada coalición multicolor o regresará a un gobierno del Frente Amplio. Delgado apuesta por mantener la cohesión en la coalición que integra al Partido Colorado y Cabildo Abierto, destacando la importancia de evitar “cambios drásticos” que, en su opinión, podrían afectar la gobernabilidad del país.
Orsi intenta posicionarse como una alternativa más inclusiva, criticando lo que considera políticas que han priorizado la estabilidad económica en detrimento de las necesidades sociales. Además, busca atraer a votantes desencantados con las políticas del actual gobierno, subrayando la importancia de avanzar en igualdad de oportunidades y servicios de calidad.
El papel del electorado indeciso y los bloques parlamentarios
Ambos candidatos enfrentan un reto significativo en atraer a los votantes indecisos y a los simpatizantes de partidos menores. Las encuestas sugieren que los electores que apoyaron en primera vuelta a los partidos más pequeños, como el Partido Colorado o Cabildo Abierto, podrían inclinar la balanza en el balotaje.
Además, tanto Delgado como Orsi deben trabajar en asegurar apoyos parlamentarios que les permitan gobernar eficazmente en un escenario legislativo fragmentado.
Una victoria de Delgado enfocaría a Uruguay más hacia los mercados y las empresas, un camino ya emprendido por el actual presidente Lacalle Pou
Entre los votos a alcanzar, van a estar los del partido Identidad Soberana, que se convirtió en una de las grandes sorpresas al conseguir el 2,69% de los votos y convertirse en el cuarto más votado en las elecciones presidenciales y parlamentarias. Esta cifra le permitiría estar presente en la Cámara de Diputados con dos representantes.
Su líder, Gustavo Salle, quien mantiene un perfil confrontativo y que critica abiertamente la Agenda 2030 cada vez que tiene oportunidad, aseguró que no votará en noviembre y que pagará la multa, del equivalente de unos 40 euros (en Uruguay el voto es obligatorio).
Otro desafío se centrará también en captar los votos en blanco que, en esta ocasión, sumaron 64.807 (2,69%), casi 27.000 más que en la primera vuelta electoral de 2019, o los que optaron por anular el voto, que llegaron a 57.791 ciudadanos (2,4%), casi 13.000 más que en la pasada elección presidencial. La participación este domingo 27 pasado estuvo cercana al 90%.
Aunque políticamente el país se presenta dividido en grandes sectores, las elecciones no cambiarían el rumbo del país y, gane quien gane, no se presentarían cambios dramáticos. Es un punto sobre el cual los distintos analistas han coincidido. De igual modo, una victoria de Delgado enfocaría a esta nación sudamericana más hacia los mercados y las empresas –un camino ya recorrido por Lacalle Pou–, y una de Orsi fortalecería el papel del Estado.