En una reciente entrevista, Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960) ha explicado el contenido de este libro de memorias: “El lector de Ropa de casa se encontrará con el retrato de un joven más bien corriente, ni alto ni bajo, ni guapo ni feo, ni bueno ni malo, pero dotado, eso sí, del don de saber contar historias. Mi idea era aprovechar ese don para contarme. Para contarme y, sobre todo, para contar una época”.
Estos son los objetivos del libro, que el autor consigue, pues Ropa de casa es, por un lado, unas memorias noveladas de su infancia, su juventud y sus años como escritor; y es también, a la vez, un relato generacional que se ambienta en unos años concretos y en una España que Martínez de Pisón ha convertido en materia literaria de muchas de sus novelas: un franquismo y tardofranquismo costumbristas, descritos con una mirada crítica, donde siguen siendo visibles las divisiones provocadas por la Guerra Civil y donde pululan personajes desubicados que buscan encontrar su sitio en la sociedad.
Todo está escrito con un tono tranquilo, relajado, nada estridente, sin buscar los aspectos más controvertidos ni de su familia ni de su época. “Creo –ha dicho Martínez de Pisón– que todo escritor, en un momento dado, tiene ese compromiso consigo mismo y con los demás de dejar por escrito el mundo que le ha tocado vivir, la familia en la que le ha tocado nacer, las ciudades en las que ha vivido y la gente a la que ha conocido”.
Martínez de Pisón nació en Zaragoza, hijo de un militar y de una madre con un carácter más bien sensible. La temprana muerte de su padre marca bastante su vida. Los recuerdos escolares están descritos con algo de acritud, pues el autor rechaza los anticuados métodos educativos que empleaban los religiosos en el colegio donde estudió. Luego asiste al fin del franquismo y a los años de la transición, y es testigo de los bruscos cambios que en poco tiempo se dieron en lo moral y en lo social.
Resultan interesantes las páginas que dedica a su vocación como escritor. De manera especial, el autor recuerda la amistad con algunos autores con los que ha compartido inquietudes y experiencias y a los que considera sus maestros. Por estas páginas desfilan Bernardo Atxaga, Félix Romeo, Enrique Vila-Matas, Cristina Fernández-Cubas, José Antonio Labordeta…
Como en el resto de su producción literaria, todo está contado con un realismo eficaz, sólido, equilibrado, atendiendo de manera especial a mostrar su camino como escritor, con las dudas iniciales y la paulatina consolidación de su carrera, con títulos como Enterrar a los muertos o El día de mañana. En Ropa de casa muestra el claro trasvase que hay entre su propia vida y su literatura, además de ofrecer “un homenaje a mi familia, a todos aquellos que no están y que sólo viven en mi memoria y en la de mis hermanos”.