1921. Moscú. Han pasado cuatro años desde el éxito de la revolución bolchevique. Los comunistas van depurando sin piedad a nobles y burgueses. Llevan a un tribunal (por llamarlo de algún modo) al conde Alexander Rostov. Salvado por un poema que parece haber escrito, es condenado a recluirse en el lujoso hotel donde reside desde hace cuatro años. Eso sí, le dejan claro que si pone un pie en la calle será ejecutado. Un comisario político implacable se encargará de vigilarle.
El norteamericano Amor Towles, 59 años, autor de la excelente novela homónima publicada en 2016, es uno de los productores de la serie, junto al actor Ewan McGregor que interpreta al aristócrata, mientras su esposa, la gran actriz americana Mary Elizabeth Winstead, es la diva Anna Urbanova.
Ben Vanstone (Todas las criaturas grandes y pequeñas, Un juego de caballeros, Merlín) se encarga del guion adaptado y hace un trabajo mediocre, teniendo en cuenta las posibilidades del original, que es chispeante y muy ameno.
La puesta en escena es vistosa y atractiva al nivel de las productoras que son Paramount y Lionsgate. Los actores no están bien elegidos y no logran el alma rusa que sí tenía la excelente Guerra y paz de la BBC con actores británicos. La música de Federico Jusid es simplemente apañada. Por supuesto, entiendes que la novela es un relato, y una serie, otro, pero hay una torpeza evidente en la realización de Sam Miller y Sarah O’Gorman, con una cámara casi siempre en el sitio equivocado. Los errores de montaje son tan groseros en ocasiones que el que ha leído la novela no se explica el desatino. La serie empieza bien, con un ritmo y una amenidad que van decreciendo capítulo a capítulo, con el error grave de prolongar hasta ocho episodios lo que se debería contar en cinco.
Como no podía ser de otra manera, hay situaciones que funcionan estupendamente, pero no se encuentra casi en ningún momento la chispa de una novela que parte de una premisa arriesgada y que va sorprendiendo al lector una vez y otra hasta el final.
En suma, los que leyeron el libro no disfrutarán demasiado. Los que no lo leyeron, si se asoman a la serie, tienen la posibilidad de hacerlo.