En 2009, Rafe Offer, un exitoso ejecutivo londinense, invitó a un grupo de ocho amigos a su piso para un concierto íntimo. A todos ellos les pareció maravillosa la experiencia de poder disfrutar de la música no como algo que suena de fondo. Sentados en el suelo, compartiendo una copa, sin gente que molestara hablando o haciéndose selfies.
Tanto les gustó, que decidieron repetir. Y ampliar. Y fueron sofisticando la experiencia. Hoy Sofar Sounds es una comunidad global para amantes de la música que alcanza los 10.000 espectáculos cada año en 450 ciudades de todo el mundo, desde Estados Unidos a Nepal o Azerbaiyán. Además, cuenta con importantes inversores, como por ejemplo Richard Branson, el multimillonario dueño de Virgin Group.
Sofar (acrónimo de “Songs from a Room”) es un formato diseñado para poner en contacto a artistas que están comenzando su carrera y melómanos dispuestos a disfrutar, cante o toque quien sea. Por sus micrófonos han pasado más de 30.000 artistas, algunos como una jovencísima Billie Eilish o un ya consagrado Ed Sheeran, y otros muchos que nunca han llegado a dar el salto a los grandes escenarios. Los curadores de Sofar tienen ojo; de hecho, una treintena de los artistas que han ido descubriendo han sido nominados a uno o varios premios Grammy en los últimos años.
En España, este formato de actuaciones comenzó en 2014 y actualmente se desarrolla en 14 ciudades: A Coruña, Bilbao, Cádiz, Gran Canaria, Granada, Logroño, Madrid, Málaga, Mallorca, Pontevedra, Sevilla, Valencia, Valladolid y Vigo. Por sus escenarios han pasado artistas que luego han despuntado mucho más allá, por ejemplo, El Kanka o Guitarricadelafuente.
Estos espectáculos también son llamados “conciertos secretos”, porque quienes desean asistir no eligen el lugar –tan sólo si se trata de un espacio exterior o interior– ni a quién van a escuchar. Uno compra las entradas y sólo sabe el día, la hora y la zona aproximada donde tendrá lugar el espectáculo. 36 horas antes del evento, los asistentes reciben un mail con la localización exacta, que siempre será un lugar inusual, desde una casa particular, a una oficina, una azotea, un ring de boxeo, una galería de arte… o incluso otros desconcertantes, como una iglesia. En la mayoría de los casos, se ofrece al público la posibilidad de llevar sus propios cojines o esterillas para acomodarse en el suelo y también las bebidas que quieran consumir durante la actuación.
A pesar de eso, el ambiente del concierto es underground pero no desaliñado. Los espacios están decorados de forma alternativa y cuidada. En cuanto al público, entre los cojines suelen verse algunos veinteañeros, pero también personas de 30, 40 y 50 años. “Sólo me sentí mayor cuando me levanté del suelo”, decía una de ellas.
Los espacios son cedidos por particulares o instituciones, que no reciben ninguna remuneración a cambio. “Todos los grupos cobran 90 euros de base –detalla Álvaro de la Parte, director de Sofar Madrid– y, según las entradas vendidas, sube su tarifa; pero siempre tienen prohibido promocionar su actuación previamente”. La empresa suele ganar entre 150 y 200 euros por concierto.
Unos minutos antes de que comience, cada asistente recibe un mail con los nombres de los 3 grupos, cantautores o solistas que actuarán ese día; cada uno, de un género musical diferente, tocará durante 25 minutos. Las propuestas pueden ir desde opciones más previsibles a otras absolutamente sorprendentes, como la representación de un concierto de David Guetta a cargo del dos veces campeón de España de Beatbox, Fredy Beats, que disfrutó quien firma este artículo.
Por todo ello, los conciertos Sofar son una opción diferente y probablemente no apta para todos los públicos que, sin embargo, disfrutarán aquellos más alternativos y dispuestos a dejarse sorprender.