Es frecuente que los abuelos se ocupen de los nietos pequeños mientras los padres están trabajando. En Suecia, desde este mes pueden hacerlo con cargo a la Seguridad Social, si los padres les ceden una parte de su permiso parental.
En realidad, los padres pueden elegir a cualquier tercera persona con ese fin. Pero, como para recibir la compensación, el cuidador designado no puede trabajar, ni buscar trabajo ni estudiar mientras suple a los padres, y en cambio puede ser pensionista, los abuelos son los candidatos obvios. Aparte, claro está, de la vinculación directa con los padres y con la criatura.
Esta nueva posibilidad ha sido introducida en la reforma del permiso parental que fue aprobada por el Parlamento sueco en diciembre pasado y que entró en vigor el 1 de julio. Hasta ahora, los padres solo podían transferir parte de sus permisos uno al otro.
En Suecia ya había un permiso parental de los más amplios y flexibles del mundo, junto con los de otros países nórdicos. Por nacimiento de un hijo, los padres tienen derecho a 480 días libres (casi 16 meses) entre los dos, o para uno, si está solo. Los primeros 390 días reciben una prestación equivalente a la de una baja por enfermedad (hasta 1.116 coronas diarias, cerca de 100 euros); los demás se pagan con la asignación mínima (180 o 250 coronas diarias, según los casos, equivalentes a 16 o 22 euros).
Los padres pueden repartirse el permiso como quieran, excepto 90 días de los que se pagan al nivel alto, que son irrenunciables para cada uno. De los 300 restantes, pueden transferir desde ahora a la abuela o al abuelo –o a quien sea– 90 días (45 cada uno), dentro del primer año de vida del niño. La persona elegida cobra como en una baja médica o sigue percibiendo su pensión. Si está empleada, toma el permiso parental cedido.
Además de la opción de ceder parte del permiso parental a los abuelos –o a otras personas–, los padres suecos pueden desde ahora estar de permiso los dos a la vez durante 60 días en vez de 30
Hay más facilidades para distribuir el permiso parental a conveniencia. Los primeros 384 días se pueden tomar a lo largo de los cuatro años siguientes al nacimiento. Los 96 restantes se pueden reservar para después, hasta que el niño cumple 12 años. Se pueden tomar, previo aviso a la empresa, en un máximo de tres periodos al año (o más, si así se acuerda con el empleador). También cabe renunciar a parte de la prestación y a cambio tomar días de permiso adicionales a los 480 estipulados.
Otro cambio adoptado en la última reforma se refiere al reparto del permiso entre los padres. Antes, podían tomarlo los dos a la vez durante 30 días dentro de los doce meses siguientes al nacimiento. Ahora pueden coincidir hasta 60 días, y el plazo se amplía a 15 meses.
Un reparto más equilibrado
Suecia es el primer país del mundo que sustituyó, en 1974, el permiso maternal por el permiso parental, disponible también para el padre. Al principio, los padres tomaban menos de la centésima parte del tiempo de permiso que les correspondía. La posterior instauración de un mínimo de días obligatorio, tanto para el padre como para la madre, y la paulatina evolución de las mentalidades, han llevado a un reparto más equilibrado, aunque aún lejano a la igualdad estricta: hoy los padres suecos disfrutan, por término medio, del 30% del permiso de que disponen.
Además del permiso por nacimiento de un hijo, desde que el niño tiene 18 meses hasta que cumple 8 años (12 en el caso de los empleados públicos), los padres suecos tienen derecho a reducir la jornada laboral en una cuarta parte.
También, hasta que el hijo cumple 12 años, los padres pueden tomar días libres para atenderlo si se pone enfermo, sin necesidad de justificarlo, y la Seguridad Social les compensa por la baja. Entre los 12 y los 16 años, tienen que aportar certificado médico para acreditar la necesidad.
Por otro lado, desde que el hijo cumple un año hasta que comienza la enseñanza obligatoria, a los 6, los padres tienen derecho a llevarlo a una guardería o escuela infantil subvencionada.
Conciliación y fecundidad
Todas esas medidas facilitan sin duda conciliar familia y trabajo, y con ese fin se adoptaron. No es fácil determinar en qué medida contribuyen a la natalidad, que depende también de factores inmateriales. Los incentivos establecidos por distintos países no siempre tienen un efecto claro.
El caso es que Suecia registra, por una parte, la segunda tasa de actividad femenina (15-64 años) más alta de Europa (82,2%) después de Islandia (83,9%), y muy próxima a la masculina (85,7%; datos de 2023). En las edades en que las mujeres tienen más hijos en Suecia (25-34 años), la tasa de actividad es aún más elevada, por encima del 87%.
Por otra parte, la fecundidad en Suecia (1,53 hijos por mujer en 2022), aunque superior a la media de la UE (1,46), no es de las más altas. Tiene 11 países por arriba, empezando por el número uno, Francia (1,79). A la vez, de los otros países nórdicos, que también tienen generosas políticas familiares, superan a Suecia Islandia –que no forma parte de la UE– y Dinamarca; los dos restantes, Noruega –que tampoco es de la UE– y Finlandia, están por debajo de la media.
En fin, entre los países con mayores tasas de fecundidad destacan, junto a Francia, varios que no se distinguen especialmente por sus políticas de conciliación: Georgia, Montenegro, Rumanía y Bulgaria. De modo que no se observa una relación neta entre la natalidad y las políticas familiares.
En todo caso, tener generosas medidas de conciliación es mejor que su contrario. Naturalmente, eso no es gratis, sino a costa de una fuerte presión fiscal, por la que tiene fama los países nórdicos. En Suecia, el impuesto sobre la renta y las cotizaciones sociales suponen el 42,1% de los costes laborales (salario bruto más cotizaciones a cargo de la empresa). Pero eso sitúa al país en el noveno puesto de la OCDE. La campeona es Bélgica, con el 52,7%.