Después de varios años, tres hermanos vuelven a reunirse en la casa de campo en la que pasaron mucho tiempo de descanso y vacaciones con sus padres. Una vez han fallecido estos, tienen que decidir si vender o no la casa, que, lógicamente, ha ido deteriorándose.
En su tercera película, Álex Montoya (Lucas, Asamblea) ha dado un salto de calidad muy aplaudido en el último Festival de Málaga, donde recibió los galardones a los mejores guion y música, además del Premio del Público. Con un metraje brevísimo, la historia que nos cuenta se agiganta con diálogos tan ingeniosos como metafóricos. La casa recuerda en el argumento a Arrugas –dos adaptaciones de sendas novelas gráficas de Paco Roca–, que también trataba del cuidado, o más bien abandono, de los mayores. Pero en esta ocasión hay una mirada que llega más lejos, por ser más sutil, y también por combinar en una misma historia a tres generaciones distintas de personajes, y a actores de tan buen nivel como David Verdaguer, Óscar de la Fuente o Luis Callejo.
La película deja abiertos muchos conflictos actuales sobre la comunicación entre padres e hijos; una relación que puede fortalecer y asegurar, pero también puede llegar a ser, en sus carencias, una fuente inagotable de traumas e infelicidad. Esta historia interpela y golpea sin contemplaciones al egocentrismo, la falta de empatía o la aceleración de una vida esclava del trabajo, pero curiosamente no es una película pesimista de tono adoctrinador. Es más bien una propuesta de redención, una pausa que dialoga con el espectador en su reflejo certero de tantos detalles tan íntimos como universales. Otra perla del intimismo familiar de un cine español empeñado en quitarse etiquetas y estereotipos ideológicos a base de personalidad y talento.
Un comentario
Para mi es un 10/10