Tras el relativo éxito de su primer caso, Enola Holmes sigue los pasos de su famosísimo hermano mayor, Sherlock, e intenta abrir en Londres su propia agencia de detectives. Pero la Inglaterra victoriana no está preparada para su feminismo desinhibido y juvenil, y Enola está a punto de tirar la toalla. Entonces recibe un encargo: investigar la extraña desaparición de una joven que trabajaba en una fábrica de cerillas.
Esta nueva andanza de la dinámica protagonista de las novelas de Nancy Springer conserva la esmerada ambientación, el ritmazo narrativo, las frescas interpretaciones, las espectaculares secuencias de acción y los constantes golpes de humor de la primera entrega. Todo ello, envuelto por la preciosa fotografía de Giles Nuttgens y la vibrante partitura de Daniel Pemberton. En este sentido, se aprecia la veteranía del realizador Harry Bradbeer y del guionista Jack Thorne, fogueados en series televisivas de mil géneros. Todo es liviano y amable, también las chispeantes narraciones en off y rupturas de la cuarta pared de Enola, magistralmente encarnada por Millie Bobby Brown. Y se agradece de nuevo su feminismo hecho amable con constantes ironías y patochadas, y que la sucesión de intriga y acción –muy sir Arthur Conan Doyle– se enriquezca con críticas sociales a lo Charles Dickens –referidas a un hito en la lucha por los derechos laborales de las mujeres– y con una sencilla trama romántica al estilo Jane Austen.
Jerónimo José Martín
@Jerojose2002