Siddhartha Mukherjee es profesor asociado de Medicina en la Universidad de Columbia. Concretamente, desarrolla su trabajo en el ámbito oncológico, pero cuenta con una amplia formación en biología celular; lo relata él mismo al comienzo de su ensayo: “Al principio me formé como inmunólogo, luego como científico de células madre y, finalmente, como biólogo especializado en cáncer antes de convertirme en oncólogo médico”. Además de su labor académica, ha escrito varios libros de carácter divulgativo como El gen. Una historia familiar o El emperador de todos los males. Una biografía del cáncer, con el que obtuvo el Pulitzer en 2011.
En esta ocasión vuelve a emplear su cautivadora narrativa para mostrar cómo ha evolucionado la comprensión de la unidad estructural y funcional más pequeña de los seres vivos, y sus implicaciones en las enfermedades, los procesos de curación, la fertilidad o el covid-19. Explica, así, cómo se descubrieron las células, su estructuración en organizaciones superiores, sus fascinantes funciones, las interacciones entre ellas y cómo se lleva a cabo la coordinación que mantiene en equilibrio el cuerpo humano. Curiosamente, el libro sigue una organización celular.
Mukherjee utiliza metáforas y ejemplos cotidianos para exponer conceptos científicos clave de biología celular, iluminando y haciendo accesibles al lector no especializado procesos sumamente complejos. Por ejemplo, compara los anticuerpos con “sheriffs pistoleros” o una célula T con un “detective privado”. A las placas de grasa en las arterias las asemeja a “montones de escombros a lo largo de las carreteras”, que amenazan accidentes. Compara la célula glial, esencial desde un punto de vista neuronal, pero subestimada, con la asistente de una estrella cinematográfica, una figura clave para que todo funcione, pero “relegada a las sombras de la celebridad”.
Las páginas centrales del libro, dedicadas a la pandemia de covid-19, muestran que la biología es central para la medicina. Lamenta que, a pesar de los avances espectaculares en genética e inmunoterapia, todavía quedan por resolver cuestiones cruciales, especialmente la relación de las células con el entorno. Asevera que la pandemia exige distintos tipos de autopsias, incluyendo una exhaustiva que evalúe nuestros conocimientos biológicos. Esta visión del autor se entrelaza estrechamente con la teoría celular de la enfermedad formulada por Rudolf Virchow, quien afirmaba que “cada alteración patológica, cada efecto terapéutico, encuentra su explicación última sólo cuando es posible designar los elementos celulares vivos específicos involucrados”.
La obra, amplia y completa, aborda también las aplicaciones prácticas de la biología celular en el propio futuro de la medicina, la biotecnología y otras áreas, permitiendo al lector vislumbrar el impacto que puede tener en tiempos venideros.
Estamos, pues, ante un libro apasionante, tanto para quienes saben de la cuestión como para aquellos que se adentran por primera vez en este campo, porque logra capturar la asombrosa complejidad y belleza de esas unidades de vida.