Con este relato, escrito en 1988, se presenta en España a Mijaíl Kuráyev (San Petersburgo, 1939). Su primera novela, El capitán Dikshein, se publicó en 1987. Hasta entonces, Kuráyev había trabajado como guionista de cine. Ronda nocturna es una obra maestra, no tanto por el tema como por el modo de tratarlo.
Con la caída del comunismo, se han ido publicando bastantes obras que tratan de la época de Stalin: unas de tipo histórico, otras de creación, como los extraordinarios Relatos de Kolymá de Varlam Shalámov, o de tono memorialístico (El vértigo y El cielo de Siberia de Eugenia Ginzburg) e incluso poemas como el Réquiem de Anna Ajmátova, por citar algunos libros indispensables. El tema de Ronda nocturna son las andanzas del narrador, que, en primera persona, relata -a un supuesto interlocutor durante una noche- algunos de sus trabajos represivos, con una frialdad tan alejada de planteamientos éticos, que casi parece ingenua.
Una primera característica del relato es la ironía, bien reflejada ya en el largo subtítulo: Nocturno para dos voces con la participación del camarada Polubolótov sereno a cargo de la seguridad del perímetro exterior.
La segunda sorpresa es el contraste entre los hechos que se cuentan y el asombroso recorrido por San Petersburgo al que el autor nos conduce. Aquí, la prosa de Kuráyev alcanza altísima calidad: las detalladas descripciones del canto de los ruiseñores o de las noches blancas o de los edificios monumentales de la ciudad -con los recuerdos de los sufrimientos padecidos por quienes intervinieron en la construcción- resultan realmente asombrosos y quizá sean el homenaje del autor a las víctimas tanto del zarismo como de la revolución bolchevique.