Velázquez. Vida

Cátedra.

Madrid (2012).

241 págs.

20,30 €.

Traducción: María Condor.

TÍTULO ORIGINALVélasquez. Une vie

GÉNERO,

La ingente bibliografía dedicada por los historiadores del arte a uno de los más grandes pintores, ha permitido conocer la formación de Diego Velázquez, su evolución, sus técnicas pictóricas, su captación del espacio y del movimiento, la depuración del catálogo de sus obras, en fin, lo que podemos saber del pintor a través de sus lienzos. Sin embargo, para escribir una biografía de Velázquez serían necesarios los documentos personales que revelaran su mundo interior, sus sentimientos y sus reacciones ante los hechos de su época y los personajes de su entorno. Por desgracia, no existen. No tenemos el equivalente a unas “Cartas a Theo”, como en el caso de Van Gogh, ni tan siquiera un testamento.

A pesar de estas limitaciones, el hispanista francés Bartolomé Bennassar se atreve a escudriñar la vida del pintor, para revelar lo que se pueda de su faceta humana. Advierte que no es esta la obra de un historiador del arte, sino la de un historiador volcado en la historia social, para el cual tienen gran trascendencia el ambiente de una época, las relaciones entre los individuos y los grupos, el significado del ajuar de una casa…

Va siguiendo así la trayectoria vital de Velázquez, desde su formación en Sevilla al temprano éxito en la Corte de Madrid, sus tareas como retratista del rey Felipe IV y de la familia real, sus dos viajes a Italia, sus cometidos como funcionario de palacio que tanto tiempo le ocuparon, sus competencias como organizador de las colecciones artísticas del rey en los distintos palacios.

Para describir la evolución y la técnica de su pintura, Bennassar se apoya sin reparo en opiniones de historiadores del arte, no siempre coincidentes. Pero como biógrafo intenta aproximarse a cómo eran la familia de Velázquez, sus amistades, su relación con su esposa Juana y la razón de que se demorara tanto en su segundo viaje a Italia, por qué pintaba con tanta parsimonia o “flema” como se lamentaba el rey, hasta qué punto hizo dinero, qué intereses nos revelan los libros de su biblioteca. Un capítulo muy interesante es el dedicado a las relaciones entre Felipe IV y el que fue su retratista más cercano durante treinta y cinco años. Se documenta también su evidente aspiración, finalmente satisfecha, a la nobleza, un espaldarazo social para él y para el arte de la pintura.

A pesar del esfuerzo, Bennassar reconoce que quedan importantes zonas de sombra para poder hacer una biografía, en el sentido convencional del término. En estos casos, el autor prefiere señalarlo, en lugar de abandonarse a arriesgadas conjeturas, lo que es de agradecer. De todos modos, aunque sea un retrato inacabado, la pluma de Bennassar consigue hacer más interesante al personaje.