9788416734160

Los cuatro libros

AUTOR

TÍTULO ORIGINALSishu

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2016)

Nº PÁGINAS368 págs.

PRECIO PAPEL21,50 €

PRECIO DIGITAL13,99 €

TRADUCCIÓN

GÉNERO

Yan Lianke (Henan, 1958) es uno de los escritores chinos de mayor prestigio tanto en su país como en el extranjero. Ha recibido no pocos premios, incluido el Kafka Internacional 2014. De él se habían publicado hasta ahora en España Servir al pueblo (Maeva, 2008), ambientada en la Revolución Cultural; El sueño de la aldea Ding (Automática, 2013), sobre el escándalo de la sangre contaminada, y Los besos de Lenin (Automática, 2015), una fantasía política y social. Los cuatro libros incluye una introducción de la traductora, Taciana Fisac, especialista en literatura china.

La novela apareció en 2010, pero solo en Taiwán y Hong Kong. No era la primera vez que una obra de Lianke tenía problemas con la censura del régimen chino. En este caso, el motivo fue que la historia transcurre en un laogai o campo de reeducación por el trabajo –según el eufemismo oficial– durante un oscuro episodio de la dictadura comunista: la Gran Hambruna a finales de la década de los cincuenta, en la que murieron más de 40 millones de personas (como se demuestra en el ensayo de Otto Frank Dikötter, La gran hambruna en la China de Mao).

Pese a los contenidos críticos con el régimen chino, no es esta una novela política, ni social, ni de denuncia. Lianke emplea esos elementos como parte de su peculiar fórmula literaria, como una metáfora en la que “lo importante –como aclara él mismo– no es la historia en sí, sino la búsqueda de cómo contar la historia, teniendo gran importancia el modo en que está escrita”.

Son muchas las fuentes y las influencias de las que bebe el autor. En el título ya aparece una: las obras de Confucio y su mensaje moral. Otras son la Biblia (muy presente en los primeros capítulos, escritos a imitación del comienzo del Génesis), la mitología griega (de manera especial en el último capítulo, donde se parafrasea el mito de Sísifo) y, de manera paródica, la jerga maoísta. Pero la literatura de Lianke escapa al encasillamiento porque fluctúa ambiguamente entre la tradición oriental y la occidental.

Buena parte del libro se dedica a describir las consecuencias de la Gran Hambruna, “de una magnitud tal que la gente se encontraba al límite de la muerte”. Los personajes no tienen nombres propios, sino que Lianke los llama por las categorías que representan: el escritor, el erudito, el profesor de religión, la música, el técnico de laboratorio, la médica… Los prisioneros tienen que cumplir las metas que marca “el niño”, como se denomina al director del campo, la figura más compleja, en torno a la que gira toda la novela. En la configuración de este enigmático personaje, Lianke huye del estereotipo (no estamos ante un nuevo Stalin, Hitler o Mao) y lo muestra más bien como un líder religioso, un santo, un héroe o, incluso, un ser espiritual.

Lo que más define esta difícil novela, de gran calidad literaria, es su minimalista trabajo estilístico, una técnica que Fisac define como “realismo divino” o “realismo del espíritu”, en el que se incorporan ingredientes del realismo, la literatura onírica y la prosa poética. Otro aspecto destacable es la original estructura: cuatro narradores y cuatro libros entremezclados, cada uno con diferentes rasgos estéticos y estilísticos.

Para Taciana Fisac, esta novela es una obra fundamental de la literatura china contemporánea, que “nos sumerge en el abuso del poder y la complejidad de las relaciones interpersonales en un contexto deshumanizado”.

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