Nacido en Londres en 1948, Jon Swain se alistó en la Legión Extranjera francesa antes de dedicarse al periodismo. En 1970 se trasladó a Indochina como corresponsal de prensa, y allí permaneció cinco años que fueron cruciales tanto para su carrera de periodista como para su vida personal. Este libro, el relato de su experiencia en esos años y su trayectoria posterior, fue llevado al cine con el título de Los gritos del silencio por Roland Joffé.
Swain es testigo directo de los sucesos de Indochina. Por un lado, la herencia francesa y la catastrófica intervención militar americana en Vietnam; por otro, la creciente amenaza de los jemeres rojos en la vecina Camboya. Swain fue el único periodista británico que se encontraba en la capital, Nom Pen, cuando la ciudad cayó en manos de los jemeres rojos y se inició un auténtico holocausto contra los partidarios del general proamericano Lon Nol y contra toda la población, convertida de golpe en enemigos de la revolución a los que había que reeducar por la fuerza (sucesos que padeció y contó, por ejemplo, Denise Affonço en su libro testimonial El infierno de los jemeres rojos).
Las memorias de Swain cuentan la vida a ras de suelo de los corresponsales de guerra, unos 600 en suelo indochino. Swain muestra las heroicidades que realizaron muchos periodistas, pero también las miserias personales. Algunos aprovecharon aquellas dramáticas circunstancias para llevar una vida disoluta, con mucha presencia de alcohol, sexo, drogas. Swain es, en ocasiones, uno de ellos. Este contraste sorprende y llama la atención, pues a la vez tiene un comportamiento ejemplar, ayudando a la población en aquellas dramáticas circunstancias, jugándose incluso la vida. Resultan estremecedoras las páginas en las que describe la toma del poder de los jemeres rojos, que arrasaron con todo y que solo provocaron sangre y ruinas hasta el derrocamiento del régimen de Pol Pot.
Tras su salida forzada de Nom Pen, Swain recaló en Etiopía, donde vivió también una experiencia infernal con otros grupos revolucionarios que intentaron hacerse con el poder. Después relata su estancia en Tailandia y su conocimiento directo de los refugiados vietnamitas que huían del régimen comunista. Swain es un enamorado de aquella zona, donde vivió también una intermitente y apasionada historia amorosa, condicionada por la virulencia política y militar.
Libro apasionante, documentado, escrito con el rigor del periodismo, al que hay que sumar las vivencias personales del autor, que también tienen su peso en el relato. Y libro muy apropiado para conocer de cerca la magnitud del terror que sembraron los jemeres rojos.