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Serotonina

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALSerotonina

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2018)

Nº PÁGINAS264 págs.

PRECIO PAPEL16,90 €

PRECIO DIGITAL9,99 €

TRADUCCIÓN

GÉNERO

Las novelas que publica el francés Michel Houellebecq (La Reunión, 1958) suelen venir acompañadas de encendidas polémicas que van más allá de lo literario. Así ha sucedido con Ampliación del campo de batalla (1994), Las partículas elementales (1998), Plataforma (2003), La posibilidad de una isla (2005), El mapa y el territorio (2011) o Sumisión (2015). En todas ellas, Houellebecq incluye un cínico retrato de los valores del mundo contemporáneo, de las ideologías, de la sexualidad y, especialmente, de la huella del Mayo del 68 en la cultura occidental, sobre todo en la francesa.

En Serotonina, que ha vuelto a despertar gran expectación, aparca un poco el mensaje ideológico y se centra en el retrato de una persona solitaria y derrumbada, que ha emprendido el camino de la desesperación total. Houellebecq presenta esta vida como una parábola de las sociedades modernas y del destino de muchos de sus habitantes, condenados a la soledad absoluta y a la atonía afectiva y sentimental.

La novela cuenta el proceso autodestructivo de Florent-Claude Labrouste, un funcionario del Ministerio de Agricultura francés que redacta notas e informes técnicos para las Administraciones europeas, trabajo que le proporciona escasa satisfacción y que considera inútil. Con 46 años, incapaz de gobernar su vida, solo lleva fracasos a sus espaldas. Hastiado de todo, toma la decisión de desaparecer voluntariamente. La novela es el ajuste de cuentas y balance de su vacía vida, en el que recuerda especialmente a las mujeres con las que ha mantenido relación: la japonesa Yuzu, la danesa Kate, Claire y, por supuesto, con Camille, la que podría haber sido el amor de su vida.

Florent-Claude no tiene a nadie, ni amigos ni parientes. Ha entregado su vida a sus placeres personales y al sexo. Para superar su depresión, un psiquiatra le receta un medicamento para aumentar los niveles de serotonina, pero que puede provocar, entre otros efectos secundarios, disminución del apetito sexual. La falta de libido parece motivarle a rememorar su intensa y absorbente dedicación al sexo.

En sus reiterativas y explícitas descripciones eróticas vuelve a aparecer el Houellebecq más provocador: su intención es escandalizar con una visión del sexo y de las relaciones sexuales meramente carnal. Hay incluso escenas de animalismo y otras que parecen más apropiadas en una novela pornográfica.

En este proceso de aniquilamiento personal, hay algunos momentos lúcidos del personaje cuando juzga modas y tendencias sociales, o se refiere a cuestiones de actualidad; pero sus ácidas críticas suenan superficiales, además de incluir algunos tópicos, siempre provocadores, sobre las mujeres y la religión católica.

El objetivo de esta novela era retratar, con sus dosis de escándalo, el fatal destino de las personas solitarias, sin expectativas, condenadas al vacío y a la tristeza, que han sustituido el afecto por sexo al por mayor. Si en la vida hay sexo, declara Florent-Claude, “todo puede resolverse; sin el sexo, nada tiene arreglo”. Pero el resultado final es un personaje decepcionante, prefabricado, irreal, que no consigue convertirse en símbolo de nada. Un hastiado y amargo pelele en manos de un calculador Houellebecq.

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