A resultas de la muerte de Diana de Gales, la Comisión de Quejas a la Prensa (Press Complaint Commission, PCC) ha hecho una propuesta para que el código de conducta de la prensa británica proteja más la vida privada frente a la intromisión de los medios de comunicación. No es la primera vez que se intenta poner coto al sensacionalismo invocando una más estricta autorregulación de la prensa.
La PCC es un organismo de autorregulación creado en 1992, al que puede recurrir el público con sus quejas. Los periódicos deben publicar los dictámenes críticos de la comisión que les afectan. La reforma ahora propuesta requerirá el acuerdo de los editores de diarios. En cualquier caso, el cambio está en marcha: se trata de endurecer el código que existe desde 1990, cuando el Consejo de la Prensa (Press Council) estableció las reglas de comportamiento. Era un documento conjunto de editores, directores y sindicatos de periodistas, donde el concepto de «vida privada» no estaba bien definido, tan sólo contrapuesto al de interés público.
La Comisión de Quejas ha tratado de contener, por ahora sin mucho éxito, el sensacionalismo que domina un sector de la prensa británica. Pero los tabloides -cuya tirada conjunta superaba los doce millones de ejemplares en 1993- no han cejado en el empeño de impresionar a los lectores.
Una vez perdida la confianza en la capacidad de autocontrol de la prensa, el gobierno de John Major encargó un informe en 1993 al magistrado David Calcutt. Este propuso crear un tribunal estatutario que impusiera multas y corrigiera los errores con versiones oficiales de los hechos. El gobierno pretendió incluso incluir tres nuevos delitos para tipificar distintas intromisiones en la vida privada. Pero pronto se oyeron voces en contra de tales medidas y las propuestas cayeron en saco roto.
La revisión que propone la PCC pretende convertir el código deontólogico británico en el más riguroso de Europa. Sus reformas obligan a los medios a investigar el modo en que fueron obtenidas las fotos y prohíben el uso de las obtenidas mediante conductas ilícitas (persecuciones o intromisiones en zonas privadas). Por primera vez podría definirse el concepto de vida privada individual, donde presumiblemente entrará la vida del hogar, las relaciones familiares, la información médica o la correspondencia. Y se matiza que las revelaciones sobre la vida privada sólo podrán justificarse en caso de primordial (overriding) interés público. Además, las zonas privadas se extenderían a restaurantes, iglesias o lugares donde razonablemente se puede esperar estar en privado. El código prevé impedir hacer reportajes sobre niños, aunque sean hijos de famosos, mientras están en su etapa escolar.