Un país de tránsito con una difícil salida

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Muchos de los refugiados iraquíes han emigrado al Líbano como etapa de paso hacia los países de asilo, pero ahora la salida es más difícil

Beirut. Miles de iraquíes han tenido que refugiarse en el Líbano ante la violencia que sigue reinando en su país, por obra de grupos extremistas que disputan si la nación debe ser sunita o chiíta. Muchos de los refugiados, entre ellos los cristianos, no ven posible regresar a un Irak, que ya no es el que ellos conocieron.

A pesar de que el 18 de diciembre se retiraron las últimas tropas norteamericanas de Irak, la paz tardará mucho en llegar al país. Solo cuatro días antes de Navidad el Obispado sufrió un atentado. En otro atentado el 17 de abril perdieron la vida 42 personas y 141 resultaron heridas.

Mientras tanto, en el imaginario colectivo de los refugiados iraquíes en el Líbano no se vislumbra ninguna posibilidad de que las cosas vayan a mejorar y puedan volver a su país. Por otro lado, hay quienes no bajan los brazos y uniendo fuerzas, cualquiera que sea su religión, están “sembrando la paz”. Una de esas organizaciones es Offre Joie (Ofrece alegría), nacida en el Líbano y que ha comenzado a trabajar en Irak desde hace más de un año.

El General Kasdano, trabajador activo a favor de los refugiados iraquíes, cuenta que “la opción que les queda en Irak es retirarse a los pequeños poblados rurales donde la probabilidad de secuestros o atentados es muy baja, pero ellos mismos deciden irse porque no pueden vivir por la falta de trabajo, de infraestructura, de productos alimenticios. A pesar de todo, el país sigue funcionando, ya que son millones sus ciudadanos y no todos tienen la posibilidad o la fortaleza para dejarlo todo y aventurarse a un futuro incierto. Siguen yendo a las escuelas y universidades, prefieren arriesgarse a vivir así que quedarse en sus casas con el mismo miedo.”

La ONG Offre Joie intenta poner en relación en Irak a niños de distintas confesiones

¿Quiénes son las víctimas de atentados y secuestros? “Todos son víctimas, tanto cristianos como musulmanes. Los que los atacan se aprovechan de la inestabilidad del país para secuestrar y pedir dinero a cambio. La mayoría de las víctimas son los cristianos, pues se da por seguro que tienen parientes en el exterior y que ‘pueden’ conseguir grandes sumas de dinero por el rescate, o por lo menos piensan que la parroquia o el Obispo lo harán. Los pedidos van desde unos miles de dólares a un millón. Algunos logran conseguirlos, muchos otros son devueltos como cadáveres mutilados y torturados”.

“El otro problema de inseguridad del país es de índole político-religiosa. El problema viene de los extremistas que buscan la supremacía sunita o chiíta, atacando constantemente al bando contrario y a los cristianos, en su mayoría civiles. La vox populi dice que ambos grupos tienen financiamiento externo”.

“La zona segura de Irak solía ser el norte, el Kurdistán, pero cada vez más, según lo testimonian los refugiados en Irak, es más difícil la convivencia. Comienzan a reivindicar la nación kurda, que no solo es una zona, sino que implica una etnia con unas costumbres y confesión religiosa concreta.”

Solución: emigrar

El General Mounir Akiki, Jefe del Departamento de Mediación de la Seguridad Nacional Libanesa, ha declarado recientemente: “Tememos que la situación de los iraquíes en el Líbano se transforme en algo parecido a la de los palestinos, sobre todo porque el Estado Iraquí es incapaz de proveer seguridad para que los refugiados vuelvan a su país.”

“Los refugiados iraquíes comenzaron a venir en el 2003. Hasta hoy han llegado 50 mil, pero el número de inscriptos en la Organización Internacional de Refugiados (UNHCR)no pasa de 10 mil. Pero el Líbano no es un país de refugio, es un país de paso”. (www.elnashra.com 4/01/2012)

Muchos de los iraquíes han emigrado al Líbano como etapa de paso hacia los países de asilo como Estados Unidos, Canadá o Australia, entre otros. Mientras esperan, son enviados a distintas zonas, según sean chiítas, sunitas o cristianos. Su deseo es irse pronto, recomenzar su vida y dar a sus hijos un futuro mejor.

Hasta hace aproximadamente un año, conseguir la visa era relativamente fácil. Se les otorgaba un permiso transitorio y a los pocos meses, como mucho uno o dos años, podían obtener los papeles de salida. “Por razones desconocidas, la UNHCR (Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados) ha empezado a rechazar peticiones de salida, haciendo que muchos de ellos se encuentren en una frustrante situación de estancamiento. No pueden salir del Líbano, donde viven con escasos recursos y ven imposible un regreso a Irak”, cuenta el General Kasdano.

Solo uno de cada 100 decide regresar a Irak. La mayoría repite una misma frase “Ma fi Irak”, es decir, “Irak ya no existe, el Irak que nosotros conocimos ya no existe.”

Cómo viven en el Líbano

Los padres suelen ser profesionales, ingenieros, profesores, abogados, etc. Cuando llegan tienen que procurarse los medios para sobrevivir unos meses. Como no tienen permisos de residencia, solo pueden trabajar ilegalmente. Hay particulares y ONGs que consiguen que alguien los contrate por un tiempo, para que puedan sobrevivir mientras están en el Líbano. Siempre ganando la mitad de un salario normal y sin seguridad social ni laboral.

La inserción de los niños en su nuevo medio social suele ser una complicación. Por ejemplo, cuando entran en los colegios libaneses se enfrentan con el idioma; si bien todos hablan árabe, es necesario el dominio del inglés o del francés ya que todos los colegios son bilingües, algo de lo que carecen los niños iraquíes. A veces los problemas son de índole psicológica: muchos de ellos han sufrido en su propia familia, secuestros o muertes de seres queridos, por lo que requieren una ayuda especial.

Existen distintas ONGs, como Cáritas y otras iniciativas que les ayudan a afrontar estas dificultades. A su vez, frecuentemente, la escolaridad de los hijos deja de ser prioritaria cuando cumplen 12 o 13 años, para que puedan trabajar y ayudar al sostenimiento de la familia.

Siempre hubo ayuda internacional para los refugiados, cuenta Wadiaa, joven libanesa miembro de la ONG Offre Joie, pero “desde hace algunos meses las donaciones no están llegando para los iraquíes –como consecuencia de que hay otros países necesitados en la región–, lo que complica la situación para el Líbano, ya que no es un país de refugio, sino de paso.”

Offre Joie, una luz en el horizonte

Offre Joie es una ONG que se gestó en el Líbano en la década del 80, en plena guerra con Israel, Palestina y entre cristianos y musulmanes libaneses. “Fundada sobre el perdón, el respeto y el amor, busca la convivencia interreligiosa a través de proyectos éticos y sociales”. (www.offrejoie.com)

En el 2010 decidieron ir a Irak. Hacen campamentos de verano en el norte, y llevan a familias de Bagdad, y de otras zonas conflictivas. A través de juegos y tiempo compartido los niños van haciendo amistad. Su idea es romper las barreras entre las personas, ya que mientras no se conocen, se intercambian acusaciones, se atribuyen asesinatos, etc., y así no hay modo de progresar.

“Queríamos conocer lo que estaba pasando verdaderamente, cuenta Wadiaa, tocar los hechos y transmitir la experiencia libanesa, porque cuando las personas se conocen ya no se rechazan. Nuestra experiencia ha sido muy positiva, empezamos con 30 niños y ahora hemos llegado a 100 en poco más de un año.”

¿Cómo fue tu experiencia en Irak? “En diciembre del 2011 decidimos ir para festejar Abha con los musulmanes y después la Navidad con los cristianos. Nuestro equipo es interreligioso y quienes nos ayudan allá también pertenecen a distintas confesiones. Eso es lo que intentamos mostrar a las familias.”

“Cuando llegamos al aeropuerto, nos fue a buscar un miembro del gobierno de tendencia unificadora. Es chiita, sobreviviente de dos intentos de asesinato, y nos recibió muy esperanzado, nos llevó hasta el Obispo con quien tiene una muy buena relación. El problema no es con los cristianos, sino entre musulmanes, pero todos terminan siendo víctimas.”

“Muchos quisieran irse pero no tienen medios económicos. La última vez que fui llevé mucho dinero de una donación para una viuda que sobrevivía con 200 dólares y tenía a su cargo el mantenimiento de sus padres. Hacía unos días le habían devuelto el cadáver de su marido torturado, no había reunido la suma de un millón de dólares que le pedían por él.”

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Desde esta asociación y desde muchas otras, están intentando dar vida a esa esperanza en el pueblo iraquí. Wadiaa afirma que el diálogo y el conocimiento mutuo, el perdón son los fundamentos de la reconstrucción de Irak. A pesar de que ha estado en peligro su vida, ha decidido seguir yendo y mostrando junto con otros libaneses e iraquíes que todavía se puede hacer algo.

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