Desde los que no desayunan a los que tienen sobrepeso

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Algunos titulares de prensa dan a entender que se estaría extendiendo la malnutrición infantil en España. La escuela sirve de observatorio. Los reportajes mencionan a profesores alarmados porque hay niños que llegan a clase sin haber desayunado; los sindicatos aseguran que se debe a la crisis y al recorte de las becas de comedor en las escuelas; la confederación de padres de alumnos de la enseñanza pública (Ceapa) dice que todos los escolares deberían recibir a diario una comida gratis en la escuela… Que hay casos, es indudable. Pero algunos datos paralelos matizan tanto la extensión del problema como la explicación que lo achaca solo a los recortes en la financiación.

En Andalucía, según un plan aprobado por la Junta, en 140 colegios situados en zonas más deprimidas se han empezado a repartir tres comidas (desayuno, comida y merienda) a un colectivo de 11.000 alumnos considerados en riesgo de malnutrición. El objetivo es llegar a 50.000 alumnos. En función de las características de cada uno de los colegios se entregarán por la mañana o en horario de comedor en una bolsa para que la consuman en casa. Pues si tuvieran que reunir tres veces a los alumnos para darles de comer iba a quedar poco tiempo para el horario propiamente escolar.

Aunque inicialmente la Junta anunció un plan más ambicioso, finalmente ha decidido fijar al proyecto un límite presupuestario de dos millones de euros.

También Canarias ha anunciado que ofrecerá este verano comidas gratis para 8.000 menores.

El que un niño vaya sin desayunar a la escuela puede indicar falta de recursos o desorganización de horarios

Niños que no desayunan
Algunos reportajes periodísticos describen casos dramáticos de niños y niñas que dependen del colegio para poder alimentarse, o de otros que llevan bocadillos sin nada dentro del pan, o que hacen su primera comida al mediodía porque no tienen qué desayunar en casa. De ahí, y de los testimonios de algunos profesores, se infiere que la alimentación de los niños en general está en riesgo, y que el empeoramiento se debe al efecto de la crisis y, en concreto, a la desaparición de becas de comedor.

En este tipo de reportajes, suele contar más el afán de denunciar una carencia intolerable que la precisión para delimitar su alcance en el conjunto de una población. Es el tipo de revelación alarmante que luego sirve para que algún tabloide británico o el mismísimo New York Times saquen un reportaje sobre “niños hambrientos en España”, con foto de niño rebuscando en una papelera.

Sin embargo, algunos datos sugieren matizaciones al problema. ¿Niños que no desayunan? Un informe publicado recientemente por Unicef sobre el bienestar infantil (ver Aceprensa, 26-04-2013), aunque con datos de 2010 y 2011, señalaba que solo en seis países de la Unión Europea había más de un 70% de niños que decían desayunar todos los días. Fuera de este grupo quedaban algunos países fuertemente afectados por la crisis, pero también otros con un índice de calidad de vida de los más altos del continente: Finlandia, Suiza, Alemania o Reino Unido.

La extensión de la malnutrición infantil no casa bien con el dato de que más de uno de cada cuatro niños tiene sobrepeso

En cuanto a España, se ve que ir a la escuela sin desayunar era ya una costumbre extendida en 2010 (solo lo hacía el 65%). Es decir, la falta de desayuno puede deberse también a desorganización familiar y de horarios, que hace que los niños se levanten tarde y salgan corriendo para la escuela sin tomar nada, aunque se lleven un bocadillo al colegio.

Jornada continua y cierre de comedores
José Luis Pazos, portavoz de Ceapa, proponía en una entrevista que todos los alumnos comieran en el colegio “como parte del proceso educativo”, según ocurre en Finlandia. Se olvida Pazos de señalar que esas ayudas sociales son posibles en gran medida gracias a la elevada carga fiscal que sufren los finlandeses, una de las más altas de Europa (los ingresos fiscales representan el 45% del PIB, comparado con el 31,4% de España). Al igual que la Junta de Andalucía ha acabado por aprobar un plan más realista del que tenía previsto al comienzo, no le debería extrañar a Pazos que otras administraciones adapten las subvenciones a los tiempos de crisis que corren. Otra cosa es que se utilice el dinero para otros usos menos prioritarios.

Otras iniciativas bien intencionadas han tenido poco éxito. Según cuenta en un reportaje de El País la presidenta de una asociación gallega de padres de alumnos, el pasado curso ofrecían a los alumnos fiambreras con la comida sobrante de los comedores escolares, pero no las cogían. Ella lo atribuye a la “vergüenza”, pero también reconoce que en el ambiente rural gallego “muchas familias se autoabastecen”.

Solo en seis países de la Unión Europea hay más de un 70% de niños que dicen desayunar todos los días

No obstante, es cierto que gran parte de los problemas de malnutrición se podrían paliar si se consiguiera que los alumnos que lo necesitan –y quieran– coman en el colegio. Una de las causas que más ha influido, aunque sea de forma indirecta, en el cierre de comedores escolares es la extensión de la jornada escolar continua, también en la etapa primaria.

Esta ha sido una de las viejas reivindicaciones de los sindicatos de profesores, aunque algunos han aclarado que la jornada del profesor no tiene por qué coincidir con la de apertura del colegio. El caso es que en la práctica, ante la falta de recursos para contratar personal que atienda las horas restantes, la reducción de la jornada de los profesores (votada por los padres) ha traído como consecuencia el vaciamiento de los comedores. Esto ha ofrecido una excusa perfecta a las Administraciones para retirar las subvenciones, cada vez menos rentables.

Dadas las difíciles circunstancias económicas, se podría pedir a los profesores que, renunciando a una ventaja laboral, optaran por la jornada escolar partida: sería una forma muy eficaz de presionar a los respectivos gobiernos.

Obesidad infantil
Otro dato que no casa bien con la extensión de la malnutrición infantil es la incidencia de la obesidad en esa franja de edades. Los datos de la última Encuesta Nacional de Salud del Ministerio de Sanidad indican que entre la población de 2 a 17 años, el 27,8% padece obesidad o sobrepeso, proporción que se ha mantenido relativamente estable desde 1987.

Otro estudio de la Fundación Thao, basado en una muestra de 20.660 menores de 3 a 12 años y referido al curso 2011-2012, encuentra que el 28,3% tiene exceso de peso (un 7,1% padece obesidad y un 21,2% sobrepeso), una cifra que se mantiene en los últimos años.

El sobrepeso de los niños españoles es peligrosamente elevado y a un nivel muy próximo al de EE.UU. Este problema de salud ha sido calificado de “epidemia”, sin que haya ocupado muchos titulares periodísticos.

Si se consideran las diversas facetas de los problemas de alimentación infantil, sin duda es importante detectar y remediar los problemas de niños que no comen lo suficiente. Pero también habría que remediar el problema de los que comen demasiado o mal, y que acaban con sobrepeso.

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