Más que solo “firmar un papel”

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Los hijos de padres que conviven sin estar casados experimentan mayor inestabilidad que aquellos que nacen en el seno de un matrimonio, advierte una recién publicada investigación del Institute for Family Studies y el Social Trends Institute, de EE.UU., titulada Mapa de los cambios en la familia y consecuencias en el bienestar infantil.

Los expertos han realizado un monitoreo de los datos ofrecidos por organismos públicos de varios países de Europa y América del Norte, acerca del número de transiciones (cambios de pareja) de los padres de niños de hasta 12 años, en dependencia de si aquellos están casados o únicamente viven como parejas de hecho. Se parte de que la estabilidad será mayor mientras menos transiciones sucedan.

“El incremento de la cohabitación tiende a cerrar la brecha socioeconómica entre las parejas de hecho y las casadas, pero no cierra la brecha de estabilidad para los hijos”

El resultado es interesante: en el Reino Unido y EE.UU., en comparación con los niños cuyos padres están legalmente unidos, los hijos de parejas que conviven sin ningún nexo formal tienen respectivamente un 69% y un 57% más de probabilidades de verlos separarse antes de cumplir 12 años y formar una nueva pareja (o quedarse solos). Aunque con números más atenuados, la tendencia es semejante en la mayoría de los otros 15 países desarrollados que fueron objeto de análisis.

Más transiciones entre los no casados

¿Se hace sentir en algo la formación profesional de la madre, para que la ruptura sea más o menos probable? A la luz de los datos, no parece que esta sea una influencia más que anecdótica.

Fijémonos en los hijos de madres graduadas de educación superior que integran parejas de hecho. En el Reino Unido, el 53% de esos niños han experimentado una transición en el hogar, en comparación con el 27% de los hijos de padres casados. En EE.UU., igual panorama: los que han nacido en el seno de una pareja de hecho y han sido testigos de transiciones son el 48%, algo que solo ha vivido el 18% de los hijos de matrimonios.

En el caso de España, hay más transiciones familiares en los hogares de madres casadas que en los de simplemente convivientes

Con algunas diferencias de porcentaje, pero con igual tendencia, se comporta el fenómeno respecto a los hijos de madres casadas y con menos formación académica. Aunque existen curiosas excepciones, como el caso de España, donde el porcentaje de transiciones familiares en este segmento es del 6%, un poco mayor que el 5% de las simplemente convivientes. Algo similar ocurre en Estonia, Lituania y Rusia.

Lo económico no basta

La pesquisa de los think tanks no se redujo, sin embargo, a un puñado de países del Primer Mundo, sino que abarcó datos de otras 30 naciones de Asia, África y América Latina. Al tomar en cuenta las características propias del desarrollo de cada país, de sus resortes culturales y económicos, los expertos concluyeron que en las sociedades donde la cohabitación era el fenómeno más común –como en Centro y Sudamérica, la región donde es más frecuente y en la que se dan más nacimientos no maritales– no había indicios de que las parejas de hecho y los matrimonios fueran igual de estables para los hijos.

Según el estudio, si bien es cierto que el incremento de la cohabitación tiende a cerrar la brecha socioeconómica entre las parejas de hecho y las casadas, no cierra la grieta de estabilidad para los hijos. “En otras palabras –afirman los especialistas–, el matrimonio parece estar asociado con más estabilidad familiar para los niños en todo el mundo».

A algunos les va la vida

¿Será que “firmar un papel” es per se garantía de estabilidad en la familia y para los niños? Así dicho, parece que se trata de un ritual mágico. Pero los números hablan. Según el informe, que se apoya también en un reciente trabajo del académico William Schneider: Transiciones relacionales y riesgo de maltrato infantil, cuando las uniones se disuelven –y con las parejas de hecho sucede más frecuentemente– se incrementa la posibilidad del maltrato materno contra los menores, algo que puede intensificarse cuando se suma a la familia la figura de un padrastro.

En el Reino Unido y EE.UU., los niños cuyos padres conviven sin ningún nexo formal tienen respectivamente un 69% y un 57% más de probabilidades de verlos separarse

En algunos países del sur, entretanto, más que de maltratos, se puede hablar directamente de riesgos para la supervivencia. Los mencionados centros de estudios sobre la familia han hallado correlaciones entre la inestabilidad de la unión de los progenitores y el peligro de que los menores sufran, como derivación, secuelas de enfermedad e incluso la muerte. Un ensayo citado por los investigadores señala que en la región latinoamericana y caribeña los niños de madres que jamás han tenido pareja están en mayor riesgo de experimentar retardos en el crecimiento, debidos a la mala alimentación.

Y sí, tienen mayores posibilidades de morir. Según datos del mencionado ensayo, en todas las regiones del mundo en desarrollo –excepto en Oriente Medio–, los hijos de madres que se han vuelto a unir a otros hombres tienen entre un 20% y un 34% de probabilidades de fallecer. 

Será, pues, que los efectos protectores del matrimonio pueden ir más allá de lo que proyecta un “simple papel”. Queda otra vía, sí, pero es la de la inestabilidad…. Y puede arruinar vidas.

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