Lucha de sexos gramatical

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Feministas francesas han sacado el hacha de guerra contra las normas gramaticales que a su juicio consagran la inferioridad de la mujer. La lengua francesa, como la española, utiliza en plural el masculino para designar a ambos géneros. Frente a esta regla, estas feministas proponen un “lenguaje inclusivo”, que distinga y dé visibilidad al femenino.

El asunto va más allá del uso ya generalizado entre los políticos de dirigirse a “los franceses y las francesas”, como ya hacía el propio De Gaulle. En la escritura, el lenguaje inclusivo exigiría modificar las grafías para utilizar, en vez del término englobante “les députés”, el novedoso “les député.e.s”. O, también, que el adjetivo vaya en concordancia con el sujeto más próximo: “Daniel et Danielle sont belles” (en femenino plural, en vez del masculino).

Batalla contra la gramática

Aunque hoy día todo lo que favorezca la igualdad entre los sexos tiene el viento a favor, esta propuesta ha encontrado más resistencia que aplauso. La Academia Francesa la considera un “peligro mortal” para la lengua. El primer ministro, Édouard Philippe, ha enviado una circular a sus ministros en la que indica que no deben utilizar ese lenguaje inclusivo en los textos oficiales. Los lingüistas están por lo general en contra, y aseguran que no hay que perder el tiempo en una batalla contra reglas gramaticales que nunca han sido un obstáculo para la causa de las mujeres. “Una lengua no cambia su estructura más que al ritmo de la evolución del pueblo que la habla”, dice el lingüista Alain Bentolila, y no con imposiciones artificiosas. Lo importante no es cambiar una palabra para referirse al conjunto de “diputados”, sino que haya más diputadas, algo en lo que Francia está por debajo de otros países europeos.

Si en Francia quieren que el lenguaje recuerde que las mujeres están ahí, en Gran Bretaña hay quien piensa justo lo contrario, y lo justifica en nombre de la lucha contra los estereotipos

Pero si escuchamos a algunas feministas, el uso del masculino no es neutral. “El uso que se hace hoy de la lengua francesa –escriben dos de ellas en Le Monde– describe un mundo al masculino, un mundo en el que las mujeres están, en el mejor de los casos, en segundo lugar, o peor son invisibles”. El lenguaje es importante en política: “Puede ser un instrumento de discriminación o un verdadero instrumento de lucha contra los estereotipos que favorece la igualdad”. Por eso, piden, “preguntémonos sobre el papel del lenguaje en la inferioridad de las mujeres, el desarrollo del sexismo y las violencias que de ahí resultan”.

De acuerdo, preguntémonos. Pero si se trata de no olvidar a las mujeres, no solo habría que referirse a “los senadores y las senadoras”, sino también a “los corruptos y las corruptas”, “los defraudadores y las defraudadoras”. Sin embargo, el lenguaje políticamente correcto suele recurrir aquí sin problemas al masculino genérico, dejando en la sombra las conductas negativas de mujeres.

Lastre para el discurso

Desde el punto de vista práctico, el lenguaje inclusivo no deja de ser un lastre para la fluidez del discurso. Así lo hacen notar una toma de postura de los correctores de Le Monde, que son más que escépticos sobre la utilidad de un lenguaje inclusivo que les parece “adaptado para la comunicación pública, oficial, pero no para la literatura (¡qué decir de la poesía!), ni para el periódico (¡ah, los titulares!), en los que el ojo tropezaría sin cesar”.

Pero si en Francia el problema es que el lenguaje recuerde que las mujeres están ahí, al otro lado del Canal de la Mancha hay quien piensa justo lo contrario, y lo justifica en nombre de la lucha contra los estereotipos. Natasha Devon, que en agosto de 2015 fue nombrada por el gobierno coordinadora de la política de salud mental en las escuelas, defiende que los profesores deberían utilizar un lenguaje neutral desde el punto de vista del género cuando se dirigen a los alumnos. Nada de “boys” o “girls”, sino términos neutros como “pupils”, “students” o “people”. Y eso que estaba hablando en la conferencia anual de la Girls’ School Association, que reúne a las escuelas solo para chicas. Pero ni tan siquiera en una aula de solo chicas le parece bien a Devon que la profesora se dirija a ellas como “girls” o “ladies”. “No creo que sea útil que se les recuerde constantemente su género con todos los estereotipos que lleva consigo”.

Lo importante no es cambiar una palabra para referirse al conjunto de “diputados”, sino que haya más diputadas

Parece que Devon en cuanto oye la palabra “boy” o “girl” saca la pistola para luchar contra los estereotipos. Para ella, usar el término “girls” puede evocar el sentido de que ellas tienen que hacer todo a la perfección, lo que puede “crear mucha ansiedad” en niñas y adolescentes. A su vez, el término “boys” comporta connotaciones de ser macho, no hablar de tus sentimientos, no llorar, comportarse como un hombre…

Estereotipos

Y, por si fuera poco, otra razón para no usar términos como “girls” o “boys” es que puede haber algún alumno transexual en la clase, y podría sentirse excluido. ¡Cómo no se nos había ocurrido! Al final, lo inclusivo por excelencia sería dirigirse al “people”. Así también se difuminan las diferencias entre hombre y mujer en una época de ambigüedad sexual y géneros cambiantes.

Quizá Natasha Devon no es consciente de sus propios estereotipos, que le llevan a mirar con las gafas ideológicas de género lo que para el “people” son palabras normales. A lo mejor por eso el gobierno la cesó a los nueve meses de ejercer su cargo, lo cual habrá sido muy bueno para la salud mental de las escuelas británicas.

En Francia las feministas nos dicen que el lenguaje hace invisibles a las mujeres y perpetúa la desigualdad. Al otro lado del Canal de la Mancha la experta nos asegura que recordar a las alumnas su género favorece los estereotipos. ¿Qué hacer? Los hombres siempre hemos hecho chistes sobre lo difícil que es entender a las mujeres. Pero ahora es casi un dilema.