Los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. En el Viejo Oeste americano, donde la frontera todavía existe, dos viejos compadres se reúnen tras años de separación. El británico Stephen Frears ha demostrado ser buen director, pero el western… hay que llevarlo en las venas. Por muy crepuscular que sea, faltan aliento y vibración. Enfrentamiento entre débiles y poderosos, grandes espacios, afán de independencia y libertad… están ahí. Sin embargo, faltan referentes morales más claros, que han hecho grande al western. Los conflictos -sobre todo en el apartado amoroso- se acercan peligrosamente al culebrón. El Oso de Plata en Berlín a la mejor dirección le viene grande a Hi-Lo Country.
José María Aresté