Silencio de amor

GÉNEROS

PÚBLICOJóvenes

CLASIFICACIÓNLenguaje soez, Sensualidad

ESTRENO23/03/2011

Alessandro es profesor de música barroca en Estrasburgo. Es italiano y lleva viudo quince años, prácticamente los mismos que tiene Irina, su hija adolescente, que no llegó a conocer a su madre. Con ellos vive Crampone, su hermano mayor, un tipo anarquista y extravagante que se exilió de Italia cuando empezó a gobernar Berlusconi.

El francés Philippe Claudel deslumbró al público y a la crítica con su primera película, Hace mucho que te quiero, un poderoso drama protagonizado por Kristin Scott Thomas. Ahora cambia de registro para ofrecer una dramedia que podría calificarse de musical, por la importancia que tiene la música. Claudel confiesa que Silencio de amor nació a partir de la tarantela, la antiquísima melodía folclórica del sur de Italia, que puede ser muy alegre o muy melancólica, según se escuche. Y así es la película: melancólica porque, en el fondo, lo que se nos cuenta es la historia de un hombre en duelo que sigue enamorado de su mujer, y divertida porque el choque de este hombre nostálgico con las dos adolescencias que le rodean –la de su hija que comienza a reaccionar como un adulto, y la de su hermano mayor, que sigue siendo un niño– da lugar a situaciones de gran comicidad.

Pero no es la tarantela con la que arranca la cinta la única pieza importante en Silencio de amor. El recorrido de los personajes se hace a través de la música. Hay música que sirve para recordar, música que define, canciones que alejan y otras que acercan generaciones (ese Qualche stupido ti amo cantado a dos voces entre padre e hija) y una preciosa pieza que, además de dar título a la película, sirve como emotivo epílogo.

A conciencia, Claudel sitúa la acción en Estrasburgo, que además de ser una ciudad bellísima es un enclave óptimo para hablar de la fusión de la cultura europea. Desde ese paisaje, Claudel cocina un drama francés –que mima el realismo de la historia y de los personajes– con especias de comedia italiana –desde el ritmo de toda la primera parte a la pasión de los diálogos–, y el resultado es una cinta, que sin ser redonda porque se empantana un poco al final, es un homenaje a la mejor tradición de la comedia de ambos países.

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