Frans Hals: Capturar el instante fugaz de un movimiento

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Frans Hals: Capturar el instante fugaz de un movimiento
Frans Hals, “El tocador de laúd”, c.a. 1623/24. Hals introdujo la risa y la sonrisa en la pintura holandesa, sobre todo en combinación con retratos de gente corriente (© RMN-Grand Palais (Museo del Louvre) / Franck Raux)

La exposición “Frans Hals. Meister des Augenblicks” (“Frans Hals. Maestro del instante”) en Berlín es la primera que se dedica en Alemania al pintor holandés más moderno del siglo XVII. Hals renovó el retrato con cuadros que son como instantáneas llenas de vida y naturalidad.

Frans Hals (1582/83-1666) es uno de los pintores holandeses más destacados del siglo XVII, junto a Rembrandt van Rijn (1606-1669) y Johannes Vermeer (1632-1675). Aunque a menudo opacado por estos contemporáneos suyos, Hals es reconocido como uno de los mejores retratistas de todos los tiempos.

En colaboración con la National Gallery de Londres y el Rijksmuseum de Ámsterdam, la Gemäldegalerie de Berlín presenta una extensa exposición que es la primera muestra monográfica dedicada a Hals en Alemania. A diferencia de las escalas anteriores de la exposición, en Londres y Ámsterdam, esta incluye 50 obras del autor –de un total de entre 200 y 220–, pero también 30 obras de sus contemporáneos y de artistas posteriores que se inspiraron en él.

En los cuadros de Hals, los modelos “parecieran vivos y accesibles, como si estuvieran en movimiento o hablando”

Entre las 50 pinturas de Hals expuestas, procedentes de más de 30 colecciones públicas y privadas de Europa, Estados Unidos y Canadá, destacan obras como Retrato de boda de Isaac Massa y Beatrix van der Laen o Pareja de esposos, del Rijksmuseum; Joven sosteniendo una calavera, de la National Gallery de Londres, y El tocador de laúd, del Museo del Louvre. Además, se exhiben obras nunca hasta ahora expuestas en Alemania, como la monumental pieza Compañía del capitán Reynier Reael o La flaca compañía, de 429 cm de ancho y 209 cm de alto; Caballero sonriente, de la Wallace Collection de Londres, y dos extraordinarias pinturas de evangelistas, procedentes del Museo de Arte Occidental y Oriental de Odesa, que se cuentan entre las pocas de contenido religioso del artista.

“Malle Babbe”, c.a. 1640 (© Christoph Schmidt / Staatliche Museen zu Berlin)

Retratos con vida

Frans Hals pintó retratos dotados de una vivacidad y un dinamismo inigualables. Katja Kleinert, comisaria de la exposición, señaló en la rueda de prensa de inauguración: “Hals utilizó un estilo pictórico de una libertad sin precedentes para sus retratos y cuadros de género, lo que le convierte probablemente en el artista más moderno de su época”.

En lugar de poses convencionales, el artista captaba instantes fugaces de movimiento o una expresión, haciendo que sus modelos parecieran vivos y accesibles, como si estuvieran en movimiento o hablando. El humanista Theodorus Schrevelius escribió sobre él: “Con su extraordinaria manera de pintar, única en su género, supera a todos. Sus cuadros están llenos de vigor y vitalidad, desafía la naturaleza con su pincel. Esto es evidente en todos sus retratos, que parecen vivir y respirar”. Precisamente, una de las especialidades del artista es la risa o la sonrisa: “Tiene una habilidad insuperable para representar figuras risueñas con realismo”, agrega Kleinert.

“Caballero sonriente”, 1624 (© The Wallace Collection, Londres)

La exposición subraya especialmente la fuerza original y creativa de Hals. En la primera de las siete secciones, “Frans Hals como innovador”, se destaca cómo rompió con las convenciones del retrato de su época, dotando a sus modelos de una naturalidad y cercanía extraordinarias, eligiendo poses insólitas o retratando a personas ajenas a la élite social, como la nodriza de Catharina Hooft.

Por su virtuosa aplicación del color y por la espontaneidad e inmediatez de sus representaciones, Hals puede considerarse un precursor de la pintura moderna

Hals desarrolló este enfoque distintivo, caracterizado por una nueva libertad de estilo, en sus cuadros de género, y lo trasladó gradualmente a sus retratos, lo que les dio una modernidad inusual para su tiempo. Fue un innovador que introdujo numerosos motivos no usados antes, tanto en el retrato como en la pintura de género, y logró así una fusión entre una y otra clase de obras a través de una técnica revolucionaria de pinceladas sueltas y un colorido que anticipaba el impresionismo.

Gente corriente

Frans Hals pintó a los marginados sociales con la misma dedicación que a las clases altas burguesas, como se puede observar en la sección “En las periferias de la sociedad”. Mientras que estos grupos marginados de la sociedad no tenían cabida en el retrato holandés de aquella época, Hals les da una nueva visibilidad. Los modelos son gente corriente, hombres del espectáculo, prostitutas y probablemente también sus propios hijos –tuvo un total de diez, dos de su primer matrimonio con Anneke Harmensdochter, que murió al dar a luz al segundo en 1615, y ocho de su segundo matrimonio con Lysbeth Reyniers, con quien se casó en 1617–.

“Pekelharing (El alegre juerguista)”, c.a. 1625 (© Museum der bildenden Künste Leipzig / B. Kober, Punctum Fotografie)

Una sección destacada de la exposición, “Cooperación entre el deseo y el conflicto”, aborda cómo la fundación de los Países Bajos Unidos en 1579 y la migración de protestantes flamencos influyeron en la obra de Hals. Él había nacido en Amberes, pero su familia probablemente se trasladó a Haarlem tras la ocupación de Amberes por los españoles en 1585. De este modo, las tradiciones artísticas flamencas se establecieron también en Haarlem y Frans Hals participó en varias obras de colaboración que pueden verse en la exposición.

“Retrato de boda de Isaac Massa y Beatrix van der Laen” o “Pareja de esposos”, c.a. 1622 (© Rijksmuseum, Ámsterdam)

Por su virtuosa aplicación del color y por la espontaneidad e inmediatez de sus representaciones, Hals puede considerarse un precursor de la pintura moderna. En la última sección, “Frans Hals, pionero de la modernidad”, se exponen cuadros de finales del siglo XIX y principios del XX –de Max Liebermann, Wilhelm Leibl y Lovis Corinth– que están inspirados en Hals.

La exposición berlinesa ofrece a los visitantes la oportunidad de apreciar cómo Hals, en sus obras, se adelantó a su tiempo mediante un estilo propio que dejó una huella distintiva en la historia del arte.

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