Se polariza el debate sobre el aborto en EE.UU.

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Tras la incorporación de Brett Kavanaugh al Tribunal Supremo de Estados Unidos, es creencia general que hay una mayoría de jueces favorables a revocar la sentencia Roe vs Wade, que en 1973 impuso la liberalización del aborto en todo el país. Esto ha llevado a una intensa actividad legislativa en los estados: en unos, para poner a prueba al Supremo con restricciones más severas; en otros, para blindar el derecho al aborto si se deja de reconocer a escala federal.

Antes de Roe, la regulación del aborto estaba básicamente en manos de los estados. Catorce lo habían liberalizado, y la mayoría de los demás lo permitían solo en ciertos casos, como el de peligro para la madre.

Por clara que parezca la mayoría conservadora actual en el Supremo, resulta muy difícil adivinar cómo votarían los magistrados llegado el caso

La sentencia de 1973 definió el aborto como un derecho constitucional de la mujer. Los poderes públicos no pueden, por tanto, impedirlo. Solo pueden regularlo a partir del segundo trimestre del embarazo, cuando implica mayor riesgo, a fin de que se realice en condiciones de seguridad para la madre; y desde el tercer trimestre, cuando el feto ya es viable fuera del útero, para proteger su vida (el progreso médico ha adelantado el inicio de la viabilidad a la vigésima semana, más o menos, lo que se ha reflejado en la legislación). Algunos estados tienen aborto libre en cualquier momento, pero la gran mayoría lo limitan en el último trimestre a determinados casos (peligro para la vida o la salud de la mujer, violación o incesto, anomalías del feto).

El efecto Roe fue contundente: antes venía habiendo unos 700.000 abortos al año; después subieron por encima de un millón y medio.

Desafíos a “Roe”

Muchos provida ven ahora la oportunidad de llegar al Tribunal Supremo con un caso que dé pie a la nueva mayoría a revocar Roe. En los últimos meses, diez estados han aprobado nuevas restricciones del aborto. Dos han optado por una relativamente menor: vetar un método que supone desmembrar el feto y se usa como en la mitad de los abortos de segundo trimestre. Otros dos han escogido una fórmula más arriesgada: adelantar la prohibición a la semana 16, cuando la viabilidad es aún incierta.

Pero los otros han aprobado medidas claramente incompatibles con Roe. Cinco han prohibido el aborto desde el momento en que se puede detectar los pulsos del incipiente corazón del feto, o sea, hacia la sexta semana. Por último, Alabama lo ha prohibido por completo, con pocas excepciones.

Estos desafíos directos a Roe no han entrado ni entrarán en vigor. Unos ya han sido recurridos y suspendidos; los demás lo serán. Pero de eso se trataba. En particular, la mayoría republicana de Alabama ha declarado que espera llegar, de recurso en recurso, hasta el Supremo, para obligarle a pronunciarse sobre la sentencia de 1973.

Abortos blindados

En cambio, ya están vigentes algunas leyes elaboradas también en previsión de que el Supremo anule Roe, pero por estados de mayoría demócrata y con el objetivo opuesto. En enero, Nueva York eliminó del Código Penal el delito de aborto y amplió los supuestos admitidos para abortar en el tercer trimestre: antes, el único era el peligro de muerte para la madre; ahora, también valen el riesgo para la salud de ella y la inviabilidad del feto, y para decidir si se dan, basta la opinión de un médico.

Algunos provida no están de acuerdo con la opción de desafiar directamente a “Roe” y prefieren seguir con la estrategia de ganar terreno poco a poco

Más drástica es la ley aprobada en Vermont: prohíbe a los poderes estatales interferir de cualquier manera en el derecho a abortar. Tiene la promulgación asegurada, pues el gobernador –republicano– ha anunciado que no la vetará.

Pero la ley estatal podría ser revocada más adelante. Por eso, los demócratas de Vermont promueven una enmienda a la Constitución del estado para definir como derecho fundamental la “autonomía reproductiva personal”. Este blindaje definitivo del aborto, sin embargo, requiere un proceso de varios años y puede encallar en alguna fase (dos votaciones parlamentarias en legislaturas distintas, y un referéndum).

Hay otros proyectos en preparación, tanto por parte provida como por la contraria. En conjunto, muestran una reactivación de los dos bandos, y en especial el abortista, que hasta ahora no llevaba la iniciativa.

Cambio de estrategia provida

En el campo provida, las nuevas medidas suponen un notable cambio con respecto a la estrategia, seguida durante muchos años, de ganar terreno gradualmente. Aunque muchos intentos han acabado muriendo en los tribunales, otros han tenido éxito y han ido recortando el aborto: con requisitos más estrictos para las clínicas y médicos que practican abortos, exigencias de información sobre el aborto y sus consecuencias para obtener el consentimiento de la mujer, prohibición de los abortos tardíos mediante dilatación y extracción (D&E, que empieza por aplastar el cráneo del feto), restricciones cuando la embarazada es menor de edad, adelanto del límite de viabilidad…

Todo eso ha dado sus frutos: la tasa de abortos ha ido bajando desde 1980 –también por otros factores– y en los estados con tales medidas se han reducido notablemente los establecimientos abortistas.

Por eso, no todos los provida están de acuerdo en buscar la confrontación directa. Advierten que no es seguro que el Tribunal Supremo revoque la doctrina Roe, y si la confirma, la situación será peor que ahora y la causa sufrirá un fuerte desgaste. En referencia a las prohibiciones desde que se detectan los latidos (sexta semana), Steven Aden, asesor jurídico de Americans United for Life, dice: “Están pensadas para retar a Roe en el Tribunal Supremo, pero no llegarán al Supremo a no ser que se pueda convencer a cuatro magistrados de que un quinto se les unirá para confirmarlas”.

Movilizar a las bases

Por su parte, la reacción legislativa abortista tiene un valor más simbólico que práctico. La nueva ley de Nueva York afecta a una pequeña minoría de abortos. Vermont no necesitaba confirmar que allí el aborto es libre, porque es uno de los pocos estados que nunca han puesto restricción legal alguna y siempre han permitido abortar en cualquier momento.

Algunos estados con mayoría demócrata aseguran el aborto con nuevas leyes, para el caso de que el Tribunal Supremo deje de exigirlo

Pero los dos estados, como los demás que preparan medidas similares, quieren lanzar un mensaje. Lo subrayó el gobernador de Nueva York al escoger el 22 de enero, aniversario de la sentencia Roe, para firmar la ampliación del aborto. Y los promotores de la nueva ley de Vermont pretenden, como han declarado, emitir una señal contraria a la de Alabama. Estas reacciones para salir en defensa del aborto tienen además el efecto de movilizar a las bases, que en las últimas semanas han multiplicado las manifestaciones y actos de protesta.

Imprevisibles jueces

Así pues, la nueva composición del Supremo ha puesto en movimiento a los dos campos: a uno, porque ve la oportunidad de que se anule la doctrina Roe; al otro, porque la ve amenazada. Pero ¿qué posibilidades reales hay de que se cumpla esa esperanza o temor?

“Los estados demócratas prevén que se revoque Roe. Los estados republicanos prevén que se revoque Roe. Las únicas nueve personas en el país que no lo tienen previsto están en el Tribunal Supremo”. Así dice Clarke Forsythe , de Americans United for Life.

Por clara que parezca la mayoría conservadora actual en el Supremo, resulta muy difícil adivinar cómo se comportarían los magistrados llegado el caso. Por un lado, ellos deciden qué recursos admiten; si no quisieran pronunciarse sobre Roe, les bastaría rehusar ver el asunto. Aunque se sentirían más compelidos a intervenir si los tribunales inferiores dictaran fallos discordantes.

En segundo lugar, los votos de los jueces no son del todo previsibles, y entre los cinco conservadores hay uno, el presidente John Roberts, que en los últimos meses se ha alineado con los liberales en dos casos sobre aborto, si bien relativos a cuestiones marginales. Se opuso a validar una ley de Luisiana que exigía más certificaciones profesionales a los médicos para practicar abortos, y a que varios estados excluyeran a Planned Parenthood de fondos públicos a cargo de Medicaid, el seguro médico para personas de escasos recursos.

Polarización

Finalmente, el Supremo, aunque a veces anula sentencias anteriores, suele inclinarse por respetar los precedentes. El año pasado cambió de criterio al admitir que los empleados públicos puedan negarse a pagar a sindicatos a los que no están afiliados pero que negocian el convenio para ellos también. Pero Roe trata de un asunto mucho más importante. Los magistrados probablemente temen la inestabilidad y el desprestigio que sufriría el Tribunal si resultara que algo es o no un derecho fundamental, según la ideología de la mayoría de Supremo en cada momento.

Pero justo eso es lo que ocurrió en Roe vs Wade, cuando el Tribunal definió el aborto como un derecho constitucional, basado en otro, el derecho a la intimidad, que tampoco se menciona en la Constitución. El ucase judicial sustrajo a los estados y a los votantes el debate político y la capacidad de decidir. Con ello enconó la polémica, que no ha cesado en casi medio siglo.

Cinco estados han aprobado restricciones contrarias a la sentencia “Roe”, con la intención de que lleguen al Tribunal Supremo y den pie a que este la anule

Hoy está más polarizada aún. “Antes – señala la periodista Sabrina Tavernise –, algunos republicanos moderados estaban a favor del aborto y algunos demócratas conservadores estaban en contra. Ahora ese centro político prácticamente ha desaparecido”. Este año está siendo particularmente fuerte la radicalización de la izquierda. A la vista de la oposición que está encontrando el representante de Illinois Daniel Lipinski, demócrata provida, en su propio partido para optar a la reelección, el New York Times se pregunta: “¿Un demócrata puede estar conta el aborto?”.

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