El primer ministro británico David Cameron ha causado polémica al elogiar en dos ocasiones la contribución del cristianismo a la sociedad británica. En una carta publicada en el Telegraph, más de cincuenta personalidades del Reino Unido –casi todos ateos– le han respondido diciendo que el gobierno debería abstenerse de elogiar el trabajo de una determinada confesión para no ofender a nadie. Pero su idea de una sociedad plural, en la que el relativismo se presenta como una garantía para la convivencia, no es neutral.
El pasado 9 de abril, tuvo lugar en el número 10 de Downing Street la recepción anual a líderes religiosos y representantes de organizaciones benéficas con motivo de la Semana Santa. En su discurso, Cameron dijo que se sentía orgulloso de pertenecer a un país cristiano y de ser él mismo cristiano (es miembro de la Iglesia de Inglaterra).
La claridad con la que habló Cameron fue una auténtica sorpresa para el público británico, que le ha visto moverse con ambigüedad en debates sensibles como el del matrimonio homosexual (cfr. Aceprensa, 12-03-2012). Pero todavía sorprendió más cuando, tras las primeras críticas por su discurso, el astuto primer ministro decidió mojarse todavía más.
“Algunos creen que en estos tiempos tan secularizados no deberíamos hablar sobre estas cuestiones. No estoy de acuerdo”, escribió una semana después en la revista anglicana Church Times. “Pienso que deberíamos estar más orgullosos del carácter cristiano de nuestro país; ser más ambiciosos sobre el papel más amplio que pueden tener las organizaciones confesionales; y dar a conocer más una fe que nos urge a salir ahí fuera para marcar la diferencia en la vida de los demás”.
Una carta promovida por miembros de una asociación de ateos le replica que afirmar la identidad cristiana “alimenta de forma innecesaria los debates sectarios”
Para Cameron, afirmar la identidad cristiana de una sociedad no supone desprecio alguno para las otras confesiones religiosas. “Muchos me dicen que es más fácil ser judío o musulmán en Gran Bretaña que en un país secularizado, precisamente porque la tolerancia que el cristianismo pide a nuestra sociedad también otorga un mayor espacio a las otras confesiones religiosas”.
Cameron reconoce que no es muy practicante y que a veces tiene “ideas algo confusas sobre algunos de los puntos más complicados de la fe”. Pero eso no le ha impedido reconocer “la contribución fundamental que hacen las organizaciones de inspiración religiosa a la sociedad británica”.
De ahí que al gobierno británico le parezca justo destinar 20 millones de libras para contribuir a restaurar las grandes catedrales del país; y otros 8 millones de libras a un programa que promueve el conocimiento mutuo entre personas de distintas confesiones religiosas y les ayuda a desarrollar iniciativas sociales para mejorar sus barrios. Aquí termina el “confesionalismo” del gobierno británico, que no es tan chocante en un país con una Iglesia establecida de forma oficial.
Una sola identidad relativista
Pero a los 56 firmantes de la carta publicada en el Telegraph –destacan los novelistas Ken Follet, Philip Pullman y Terry Pratchett, el filósofo A.C. Grayling o el activista Peter Tatchell, todos ellos ateos– les molesta que el primer ministro se haya decantado con tanta claridad a favor del cristianismo.
Cameron: “Pienso que deberíamos estar más orgullosos del carácter cristiano de nuestro país”
Así lo explica el impulsor de la carta, Jim Al-Khailili, presidente de la Asociación Humanista Británica: “Los políticos llevan años diciendo que nuestro país es un país cristiano. Pero esto no solo es inexacto: también es inoportuno en una época en que necesitamos construir una fuerte identidad compartida en una sociedad cada vez más plural y en una sociedad que ya no es religiosa”.
Sobre la “inexactitud” de Cameron cabe recordar que la mayoría de los británicos siguen reconociéndose cristianos, aunque ahora sean menos que hace una década: según el censo de 2011, el porcentaje de población de los que se declaran cristianos en Inglaterra y Gales ha pasado del 72% en 2001 al 59%. Pero incluso aunque llegaran a ser minoría en el futuro es más exacto reconocer las raíces cristianas de Gran Bretaña que las ateas.
Respecto a la “inoportunidad” del primer ministro, los firmantes adoptan una perspectiva claramente sesgada: dan por sentado que afirmar la identidad cristiana del país es un obstáculo para la convivencia, pues en el fondo –piensan– solo es posible el pluralismo en una sociedad fuertemente relativista en la que ninguna creencia tiene derecho a alzar su voz por encima de las demás… Una sola identidad y, a ser posible, relativista y atea.
Dice la carta: “Aunque es correcto reconocer la contribución que han hecho muchos cristianos a la acción social, es incorrecto intentar destacar sus aportaciones cuando son igualadas por británicos de otras creencias. Esto alimenta de forma innecesaria los debates sectarios que tan alejados están de la vida de la mayoría de los británicos (…)”.
Acallar a los otros no robustece la propia identidad
Pero los británicos de otras confesiones religiosas seguramente se sienten más incómodos con la campaña de los buses ateos organizada en 2008 por la Asociación Humanista Británica –en la que figuran como simpatizantes de honor casi todos los firmantes de la carta– que con las declaraciones de Cameron.
A raíz de esta polémica, la periodista musulmana de la BBC Sahimaa Khalil acaba de declarar en la radio que la mayoría de los musulmanes en Gran Bretaña reconocen sin problemas que es un país cristiano y aprecian la libertad de culto que tienen allí.
La ministra para la Fe y las Comunidades Sayeeda Warsi, primera mujer musulmana en un gobierno británico, tampoco cree que las raíces cristianas de Gran Bretaña sean una amenaza para su identidad religiosa. Así lo explicó en un discurso que pronunció el año pasado en la Universidad de Georgetown a favor de la libertad religiosa en el mundo: “Aceptar y coexistir con otro credo no te hace menos musulmán, cristiano, judío o hindú (…). El hecho de haber crecido en un país de mayoría cristiana [nació en Pakistán pero se crió en Gran Bretaña] me hizo sentirme más firme en mi fe”.
En cambio, Warsi sí ve un problema en quienes no toleran que otros tengan una identidad distinta de la suya: “Hay innumerables ejemplos de persecución al ‘otro’ para proteger la propia identidad. ¿Por qué los nazis querían exterminar a los judíos? En parte, porque temían que contaminasen su pureza, su identidad aria. ¿Por qué los regímenes comunistas combatieron la religión? Porque querían eliminar todas las lealtades en conflicto y anular cualquier oposición ideológica. ¿Y por qué hoy vemos que en los países de mayoría musulmana los extremistas atacan a las minorías? Porque creen que rechazar a los demás refuerza y robustece su identidad islámica”.